El éxito de nuestro sistema judicial depende en gran parte de la credibilidad de los jueces. Incluso, por eso la solemnidad con que los abogados y las partes deben dirigirse al juez en audiencia.
Pero últimamente se está convirtiendo en costrumbre que actores públicos salgan a satanizar jueces cuando toman decisiones, sin importar en qué dirección ni el sustento jurídico.
Ese es un camino peligroso que con frecuencia toman hasta miembros del Ministerio Público. No se trata que no se externen desacuerdos con decisiones de jueces, sino que salgan a “despellejarlos”, actitud que es menos comprensible en quienes saben que con el actual Código Procesal Penal desapareció la “íntima convicción del juez” y que por tanto sus decisiones deben estar sustentadas en las pruebas lícitas que le presenten en los tribunales.
Una cosa es un juez que se compruebe tome una decisión por recibir sobornos o por responder a intereses políticos y económicos y otra cosa es cuando dicta sentencia basado en razones de derecho y a partir de las pruebas recibidas.
Se puede estar en desacuerdo con estos últimos y hasta criticar sus pareceres jurídicos, pero los actores públicos deben cuidar las formas en cómo formulan las críticas públicamente.
Jueces en defensa de los jueces
En los últimos días hemos visto que jueces han salido a defender la actuación de colegas suyos o a enfrentar los ataques de ellos por casos en que lo que se discuten son razones de derecho. Ya en el pasado se han registrado encontronazos entre los jueces y el Ministerio Público y aunque parece que ahora la sangre no llegará al río, el malestar está latente.