*Por Víctor Medina
“El mundo pasa y sus deseos también, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.
1era carta de Juan 2:17(RVR 1960)
Es muy común en nuestros días ver una desconexión social que se hace cada día más evidente. Una de las grandes paradojas es que estamos en la era de la información, teórica y prácticamente más conectados que ayer, sin embargo, nota como vamos en una decadencia constante en cuanto a relaciones interpersonales y convivencia social. Lo banal ha sustituido lo tangible, provocando que el ser humano en este tiempo, esté más enfocado en lo cosmético que en lo esencial. Nos enfocamos en el aspecto de la casa, pero no nos ejercitamos para tener hogares saludables. Nos vestimos a la vanguardia pero nuestras actitudes sofocan con facilidad el contacto que tenemos con el prójimo.
Este fenómeno ha dado paso a que con mayores oportunidades en este tiempo, curiosamente veamos un aumento de enfermedades neurológicas tales como la depresión en sus distintas fases, así lo afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS).Te has preguntado el ¿por qué de esto?, una de las respuestas a las que me inclino es muy simple; estamos enfocando la felicidad en lo “transitorio”. Compramos el último celular para una mejor “comunicación”, pero la verdad es que “no” tenemos dicha comunicación. Nos esforzamos para recibir la aprobación de la compulsa social, pero cuando llegamos a nuestras casas, nos quitamos la máscara plástica, volvemos a una realidad triste y dolorosa.
Siendo así ¿cuáles alternativas tenemos? Enfocar nuestras miradas en alguien que puede llenarlo todo, en quien no hay huecos ni grietas. Blaise Pascal dijo: “el corazón del hombre tiene un vacío que solo Dios lo puede llenar”.
Espero de todo corazón, que si has invertido mucho esfuerzo en vivir plásticamente, si eso te ha desgastado, hoy puedas reflexionar y levantar tu mirada al cielo. Estoy firmemente convencido de que es una oportunidad que debes darte. Lo interesante de este artículo, es que nadie tiene que saber que lo estás leyendo, por lo tal, puedes ser sincero y reconocer tu condición si fuera el caso. Tranquilo, no eres la única persona que ha pasado por ahí, todos batallamos con eso, pero miles de millones de personas en 21 siglos de era cristiana encontraron esa pieza faltante, la cual sigue estando disponible par ti hoy. Dios te bendiga.