Haití se ha convertido en una nación controlada por bandas criminales, que ahora tienen dominio de territorios y de la clase política.

Se sospecha que hasta el asesinato del presidente Jovenel Moïse tiene su origen en ese fenómeno.
Esa situación incubada al otro lado de la frontera es una amenaza real a la seguridad nacional de República Dominicana.

Las actividades de esas bandas con poder y control político con facilidad puede cruzar una frontera tan frágil como la dominico-haitiana.

De manera literal, en Haití ninguna institución se libra del descalabro y no existe autoridad legal que pueda tener control de la nación.

Aunque República Dominicana resulta altamente perjudicada por la situación haitiana, tiene poco por hacer que no sea llamar a la comunidad internacional a interesarse por lo que ocurre en Haití.

Al parecer, entre las potencias, solo Estados Unidos muestra algún interés por la problemática haitiana.
Haití requiere una reconstrucción institucional desde sus cimientos, tarea que definitivamente no está en capacidad de hacer sin acompañamiento externo.

La situación haitiana en la actualidad representa la mayor amenaza para la seguridad nacional y un peligro para toda la región.