SANTO DOMINGO.- Cuando se habla del movimiento que logró el 4 % del producto interno bruto para la educación, un nombre inevitablemente emerge: María Teresa Cabrera.
Ella no se atribuye nada, pero la maestra y dirigente gremial fue una de las figuras clave que dieron contenido, rostro y fuerza moral a una conquista que para muchos es de las más trascendentales de la historia reciente de República Dominicana.
Pero su participación en esa lucha no fue un acto aislado, sino la consecuencia natural de una vida que
se había tejido entre pizarras y asambleas.
Una maestra forjada en la desigualdad
Desde sus primeros años en Sabana Rey, una comunidad rural de La Vega, Cabrera, había aprendido a
ver la educación como una forma de justicia.

“Nuestra escuelita llegaba solo hasta sexto grado, y ni siquiera había carretera para sacar la producción
del campo”, recuerda. De ahí nació su primera vocación por transformar la realidad.
Cuando se convirtió en maestra normalista y fue asignada a la escuela de Sabaneta, enfrentó las mis
mas limitaciones estructurales que marcarían sus batallas posteriores: aulas sin techo, pupitres rotos,
niños descalzos, maestros con sueldos mínimos.
En el magisterio
En la década de los 80, cuando comenzó a militar en la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), el país vivía los efectos de la deuda externa, los recortes al gasto público y el deterioro del sistema educativo.
Inicialmente, fue elegida presidenta del Comité de Base del ADP en su comunidad.
Una cosa que le distingue y que ella misma resalta, es que su liderazgo nunca lo sustentó en la confronta
ción, sino en la coherencia.
Durante los años siguientes, la ADP vivió intensas jornadas de lucha por mejores salarios, condi-ciones dignas de trabajo y una mayor inversión en educación.
Cabrera fue ascendiendo por mérito propio, hasta llegar a ocupar la presidencia nacional de la ADP, desde donde comenzó a construir una visión integral del sistema educativo dominicano.
La semilla del 4 %
Cabrera explica que entre los años de 1990 y el 2000, el presupuesto educativo apenas alcanzaba un 1.8 % del PIB.
Las escuelas públicas eran sinónimo de abandono. Los maestros carecían de recursos para enseñar, y la brecha entre la educación pública y la privada se ensanchaba sin remedio.
Fue entonces cuando Cabrera, junto a un grupo de educadores, técnicos y activistas sociales, comenzó a insistir en un punto fundamental: la Ley General de Educación (66-97) establecía que el Estado debía destinar un mínimo del 4 % del PIB a la educación preuniversitaria.
“Organizamos una exposición itinerante que le llamamos ¿Cómo Andamos en Educación? Y con 250 foto
grafías ploteadas, reflejamos esa realidad en los parques.
Comenzamos en el parque Colón, aquí en la capital, y después nos desplazamos a las provincias, y ahí se mostraba la realidad de la educación. Lo bueno, las experiencias positivas y los desafíos”.
Con su tono pausado, pero con una firmeza que desarmaba a sus interlocutores, María Teresa convirtió esa cifra —4 %— en una bandera que todavía enarbola.
“No es un número cualquiera”, decía, “es la diferencia entre una escuela que enseña y una escuela que condena”.
La lucha se hace nacional
La demanda, que comenzó como una reclamación técnica, fue tomando cuerpo político y ciudadano. Cabrera se mantuvo entre las voces que la defendieron desde la raíz, cuando toda vía no era popular hablar de presupuestos ni de políticas públicas.
Con el paso del tiempo, el reclamo trascendió el ámbito gremial: se unieron estudiantes, artistas, empresarios, iglesias, comunicadores y organizaciones sociales.
El movimiento del 4 % se convirtió en una revolución pacífica.
Las calles se tiñeron de amarillo, y miles de personas marcharon con camisetas, pancartas y consignas.
Su participación fue decisiva no por el protagonismo, sino por la autoridad moral que representaba.
Cuando finalmente el Estado dominicano asumió el compromiso de destinar el 4 % del PIB a la educación, María Teresa no lo celebró como un punto de llegada, sino como un punto de partida.
“El dinero no basta”, advirtió entonces. “La educación requiere visión, compromiso, honestidad y continuidad”.
En lo político Hoy, con décadas de ser vicio, María Teresa Cabrera continúa siendo una voz respetada en el ámbito académico y social, pero también en lo político.
Actualmente es la presidenta del partido Frente Amplio y fue candidata presidencial en los pasa dos comicios.
Al preguntarle la razón para inmiscuirse en la política, no teme en declarar que una de las cosas que le
enseñó la lucha social, es que los grandes cambios se gestán desde los espacios políticos.
“Nosotros generamos una presión tan grande como sociedad por la de manda del 4 %, pero al final fue en el espacio político que eso se decidió. Entonces, la política tiene que ver con todo lo público, con toda la vida de la sociedad en sentido general y por eso siempre consideramos que debíamos preocuparnos por participar en la política”.
Para ella, no existe esa versión del activista que es apolítico. “Desde el momento que
tú dices yo quisiera ayudar a forjar una sociedad menos violenta, más equitativa, con mayor nivel de
justicia social, con instituciones más fuertes, más democráticas, eso es un posicionamiento político”.
Perfil
Nombre:
María Teresa Cabrera
Rol: Educadora,
activista, político.
Desglose:
Ha servido desde sus primeros años como activista en diferentes frentes destacando la parte gremial entre educadores.