La Seguridad Ciudadana en República Dominicana: ¿Realmente Estamos Mejorando?
En los últimos dos años, República Dominicana ha experimentado una disminución en las tasas de homicidios, un dato que podría sugerir que la seguridad en el país ha mejorado. Sin embargo, la pregunta que surge es: ¿realmente estamos avanzando en la construcción de una sociedad más segura? La respuesta no es tan sencilla, pues si bien las estadísticas sobre homicidios pueden mostrar una tendencia positiva, la realidad que viven los ciudadanos a diario pinta un panorama muy diferente.
La baja en las tasas de homicidios es para este semana 7.7 por cada 100 mil habitantes, una reducción considerable en comparación con los 8.4 del mes anterior. Al cierre de 2024, el país registró 9.61 homicidios por cada 100 mil habitantes, pero este indicador por sí solo no refleja la verdadera percepción de seguridad de la población. A pesar de la disminución en las muertes violentas, la sensación de inseguridad sigue siendo alta en muchas comunidades. El miedo de ser víctima de un robo, un asalto o incluso de la violencia en el hogar está presente en la vida cotidiana de los ciudadanos, lo que lleva a una creciente desconfianza hacia las instituciones encargadas de velar por la seguridad pública.
Aquí surge una pregunta clave: ¿de qué sirve la reducción de homicidios si la población sigue enfrentando otros tipos de delitos que afectan su bienestar diario? La victimización, entendida como la experiencia de ser víctima de delitos menores, como hurtos, robos y agresiones, sigue siendo una preocupación constante. Estos delitos no siempre se reflejan en las estadísticas de homicidios, pero impactan profundamente en la percepción de inseguridad y en la calidad de vida de las personas.
Este fenómeno pone de manifiesto una falacia común en la forma en que medimos la seguridad: la seguridad no es solo la ausencia de homicidios, sino también la ausencia de miedo, el bienestar general y la sensación de protección que deben experimentar todos los ciudadanos, sin importar su contexto social o económico. Mientras los índices de homicidio disminuyen, otros delitos como los robos a mano armada, las agresiones sexuales y la violencia intrafamiliar siguen afectando a la población, lo que hace que muchas personas no perciban un cambio significativo en su entorno de seguridad.
Asimismo, no podemos olvidar que la crisis económica, la desigualdad social, el narco tráfico y la falta de oportunidades continúan siendo factores clave que alimentan la delincuencia en el país. La pobreza, la falta de acceso a educación y empleo, especialmente en sectores vulnerables, contribuyen a la desesperación de muchos jóvenes, quienes, al no encontrar alternativas viables, ven en la delincuencia una salida a su situación.
Por lo tanto, la pregunta es clara: ¿de verdad estamos mejorando en términos de seguridad, o estamos simplemente centrando nuestras preocupaciones en un solo indicador, mientras otros problemas persisten o incluso empeoran? La reducción de homicidios es una parte del rompecabezas, pero no es la solución completa. Para que la seguridad sea una realidad, es necesario que las autoridades amplíen su visión y trabajen en una estrategia integral que contemple no solo la reducción de crímenes violentos, sino también la prevención de delitos menores, la creación de oportunidades y el fortalecimiento del sistema de justicia.
En este sentido, el desafío sigue siendo enorme. Si bien los homicidios han disminuido, la sensación de inseguridad y la victimización siguen siendo temas urgentes que requieren un enfoque más holístico. La pregunta sigue siendo: ¿estamos realmente avanzando hacia un país más seguro, o solo estamos midiendo los logros a través de una única estadística, sin entender el contexto más amplio de lo que significa seguridad para los ciudadanos? Solo el tiempo dirá si estamos verdaderamente mejorando.
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