La riqueza de una transición pacífica

La riqueza de una transición pacífica

La riqueza de una transición pacífica

Nassef Perdomo Cordero, abogado.

Dicen que las personas se acostumbran con rapidez a lo bueno. Creo que es cierto, y que también las sociedades lo hacen.

Apenas nueve días nos separan de un proceso electoral del cual la oposición salió victoriosa. Unas horas después, todos sus adversarios lo reconocieron y, dos días más tarde,el presidente y la vicepresidenta electos fueron recibidos con honores en el Palacio Nacional. Esto, que se dice fácil, es muestra de cuánto hemos logrado los dominicanos en las últimas décadas.

El traspaso de poder al adversario político es uno de los momentos más delicados en cualquier sistema de gobierno. De hecho, entre los principales valores de la democracia está, precisamente, lograr que este traspaso periódico se ejecute sin traumas en caso de que se concrete. Y en nuestro país se concretó sin traumas.

Que así haya sido habla bien de todos los actores: gobierno, oposición, sociedad. Y habla muy bien, asimismo, de quienes se esforzaron siempre para que así fuera.

Es preciso no olvidar que en el pasado muy reciente no había elecciones sin trauma, que las semanas siguientes a cualquier proceso electoral eran desiertos en los que la única señal de vida era la de un sistema democrático tratando de encontrar el camino al oasis.

Todo esto debe ser valorado en su justa dimensión. En el país faltan muchas cosas para que podamos hablar de un sistema democrático pleno, y más aún para hablar de un sistema justo. La democracia no florece completamente sino cuando todas las personas poseen condiciones materiales que les permite vivir con dignidad, cuando el cumplimiento de sus responsabilidades personales y familiares deja espacio para dedicarlo a ser ciudadano y no solo mero sobreviviente.

Pero, repito, no hay que dejar de reconocer el gran avance que significa el traspaso pacífico del poder. ¿Lo es todo? No, pero es muy importante.



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