
En toda trayectoria laboral, llega un punto en el que cada colaborador debe hacerse una pregunta crucial: ¿estoy creciendo o solo estoy ocupando un puesto?
Demasiadas veces, se espera que sea la organización la que marque el rumbo del desarrollo, la que impulse las oportunidades o la que construya el camino hacia el éxito; pero esa expectativa es un error.
El crecimiento profesional no depende del escenario que encuentres, sino de la disposición que tengas para aprovecharlo. Cada empleo, cada función, cada responsabilidad, por más limitada que parezca, puede ser una plataforma para adquirir capacidades nuevas; y esas capacidades son las que te abrirán las puertas del siguiente nivel.
Cuando trabajas en planificación, aprendes a mirar el futuro, a estructurar ideas, a anticiparte a los riesgos. Si pasas por recursos humanos, desarrollas la empatía, la escucha activa y la capacidad de gestionar personas desde la comprensión y la estrategia.
Si te toca estar en ventas, fortaleces la comunicación, la resiliencia ante el “no”, y el instinto de negociación. Si lideras un equipo, aprendes a delegar, a confiar, a equilibrar autoridad con cercanía. Y si pasas por áreas operativas, adquieres disciplina, atención al detalle y una visión real del funcionamiento interno de las organizaciones.
Cada paso te forma, cada experiencia te moldea, cada reto suma valor a tu perfil profesional. Por eso, el papel de víctima debe quedar atrás. Quedarse esperando que otros cambien las condiciones sin mover un dedo solo retrasa el crecimiento personal.
El colaborador que se compromete con su desarrollo entiende que su paso por una empresa no es un favor que hace, sino una inversión que realiza en sí mismo.
La organización puede abrir espacios, pero la responsabilidad de crecer es individual. Se trata de adoptar una mentalidad de aprendizaje continuo, de buscar capacitación, de nutrirse de cada experiencia, de asumir cada proyecto como una oportunidad para ser más competente, más estratégico, más integral.
Los profesionales que crecen no lo hacen porque todo les fue favorable, sino porque decidieron aprender incluso en medio de la dificultad. Y esa es la diferencia entre quienes transitan una empresa y quienes dejan huella en ella. Mientras más conscientes seamos de eso, más preparados estaremos para convertir cada experiencia en un escalón hacia una versión más sólida de nosotros mismos.
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Silem Kirsi Santana
Lic. en Administración de Empresas, Máster en Gestión de Recursos Humanos. Escritora apasionada, con habilidad para transmitir ideas de manera clara y asertiva.