En EE: UU, la regulación de las instituciones bancarias y la dirección de la política monetaria es una responsabilidad exclusiva de la Junta de la Reserva Federal, o Fed, cuya finalidad es preservar la estabilidad del sistema financiero de esa nación. El sistema de la Fed está conformado por 12 entidades bancarias y 7 miembros que forman parte de la junta de gobernadores.
Bajo el esquema institucional planeado se regulan y supervisan la estructura del sistema bancario norteamericano, con el propósito de garantizar los recursos invertidos por los depositantes y la salud del sistema bancario, así como los diversos usuarios de los servicios financieros. Por tales razones, desde la Fed se tiene mucha precaución y responsabilidad al estructurar y ejecutar la política monetaria dada la incidencia que esta tiene en lo relativo a las condiciones crediticia y la estabilidad de precios.
En virtud de lo expuesto, hay que poner de relieve que en el marco de las funciones establecida para la Fed se destaca como fundamental llevar a cabo una supervisión y regulación efectiva a las entidades de intermediación financiera, ejecutar una política monetaria comprometida con los tipos de interés, acordada directamente con el conjunto del sistema económico financieros.
El sistema de la Fed de USA actúa con todas las características propias de un banco central, aplicando su propia política monetaria sin influencia externa, lo que le permite consolidar la seguridad del sistema financiero. En adición, protege las reservas del sistema bancario en su conjunto y monitorea la solvencia de cada entidad bancaria, cuya autoridad legal se sustenta en la Junta de gobernadores, 12 Bancos de Reserva Federal regionales, el comité de mercado abierto y las entidades privadas.
La historia del sistema de la Fed de USA se remonta al 1913 cuando el congreso, preocupado por el presente y futuro de la nación, concibió un modelo sostenible y estable capaz de resistir cualquier shock económico financiero y que no vulnerara el sistema económico, así como mitigar y asegurar el patrimonio que los depositantes tienen en los diferentes bancos de ese país. En la actualidad, el regulador de USA ha continuado su proceso de fortalecimiento en el ámbito de la digitalización con el uso intensivo de las nubes y la inteligencia artificial para vigilar las actividades bancarias.
No obstante, hay que precisar que la digitalización, por si sola, no representa una seguridad total de las informaciones del sistema bancario a escala global, en el entendido de que esta representa una exposición a los ciberataques que se incuba desde la ciberdelincuencia y el ocultamiento de las informaciones, por parte de las entidades. Es obvio que los diferentes sistemas bancarios continuarán su proceso de evolución en su plataforma tecnológica mucho más complejas que las existentes, pero también los riesgos serán una amenaza constante y mayores.
Esta interpretación se deriva de los últimos acontecimientos de crisis bancarias con epicentro en USA, tales como la hecatombe financiera global en el 2008 y el derrumbe de una entidad emblemática como el Silicon Valley Bank, algo que resultaba impensable con grave efectos en los diversos sectores de la economía de USA. Pero llama la atención que estos acontecimientos se han producido a pesar de que las autoridades reguladoras se han trazado como objetivo desarrollar severas normativas orientadas a mitigar ciertas malas prácticas de las que han contribuido a gestar y propagar la crisis de alto riesgo, que alimentan crisis en los mercados financieros.
Hay que destacar como aspiración legítima que todo regulador ha de estar siempre comprometido con la eficiencia en la regulación, sin perjuicio de las entidades reguladas ni que se descuiden los elementos establecidos para la protección de los usuarios de los servicios financieros ante cualquier eventualidad de una nueva crisis. Pero resulta que, si bien es cierto que, para alcanzar este objetivo, las consecuencias de la misma implican una merma en la rentabilidad del capital para el sector, lo que en la práctica se traduce de manera favorable para la estabilidad de las entidades bancarias y la economía.
Es en ese contexto que se puede interpretar las sendas modificaciones reglamentarias puestas en marcha en USA con los estallidos de los acontecimientos recientes de crisis, cuyo impacto inmediato afecta a los diferentes tipos de préstamos. A la luz de la razón, los cambios en las reglas de juego del sistema bancario de USA han implicado un crecimiento reprimido del sector frente a la situación pre-crisis, en la que los requisitos reglamentarios eran muy flexibles, principalmente los derivados de los acuerdos internacionales, explícitamente en lo relativo a la revisión de Basilea III.