La RD en el tráfago de la nueva Guerra Fría

La RD en el tráfago de la nueva Guerra Fría

La RD en el tráfago de la nueva Guerra Fría

Sin buscarlo y quizá, sin quererlo, la República Dominicana se bate en el tráfago de la nueva Guerra Fría. El  pequeño Estado que comparte territorio con Haití en la isla de Santo Domingo, está situado en el punto de miras de las dos más grandes potencias económicas y militares del mundo: Estados Unidos y China.

¿Qué hemos hecho para merecer tanto interés por parte de estas dos grandes fuerzas? Es la pregunta que nos hacemos los dominicanos.

Hemos emergido como zona estratégica “en el escenario global de esta guerra global”, revivida luego de un cese al parecer temporal, del otrora enfrentamiento que libraron después de la Segunda Guerra Mundial, los dos más grandes bloques ideológicos, políticos y militares que han existido en la humanidad.

La enciclopedia Wikipedia define la Guerra Fría como el “enfrentamiento político, económico, social, militar, informativo y científico iniciado tras finalizar la Segunda Guerra Mundial entre el Bloque Occidental (occidental-capitalista) liderado por Estados Unidos, y el bloque del Este (oriental-comunista) liderado por la Unión Soviética”.

Según este enfoque, las razones de este enfrentamiento “fueron esencialmente ideológicas y políticas”. Se estima su inicio entre 1945 y 1947 durante las tensiones de la posguerra, y su culminación con la disolución de la Unión Soviética, la caída del muro de Berlín y el fallido golpe de Estado en la URSS de 1991.

Desplomado el bloque comunista, la política de expansión del mercado, el liberalismo, se enseñoreó en el mundo. Hubo una larga pausa en estos enfrentamientos que implicaban, aunque con un más bajo perfil, a la República Popular de China. En el ínterin el predominio del capitalismo se hizo evidente en todo el globo terráqueo, lo que según se observa, no ha significado mejoría alguna en la calidad vida de millones de seres humanos y de muchas naciones que todavía esperan su salvación con la política de mercado.

Desde este nuevo marco geopolítico, resurgen Rusia y China Popular como potencias que comienzan a dominar el mercado en muchas vertientes. Eso ha implicado un enorme desafío para Estados Unidos y sus aliados de Europa.

Pero parece que ya es tarde. Las dos naciones que otrora lideraban el campo comunista, han reaparecido como poderosos bloques que crecen en los campos económico, social, militar, industrial, científico y en las telecomunicaciones, este último renglón en el cual Estados Unidos y Europa tenían el dominio casi absoluto.

La vertiginosa expansión global de China y el crecimiento militar de Rusia preocupa a Estados Unidos, pero es su actual mandatario, el presidente Donald Trump, quien decide enfrentar la situación. Este mandatario adopta medidas ya conocidas, de confrontación y negociación, que “tienen a todos en vilo, en el bordillo del espanto”. Se teme que estas acciones deliberadas, más de llevar al crecimiento general, conduzcan a una conflagración militar de inconmensurable magnitud que afectaría a toda la humanidad.

La diatriba se visualiza ahora en el espectro económico, comercial, financiero y en las telecomunicaciones, pero preocupa la clara ascendencia hacia el enfrentamiento militar. Más que un problema de acentuarse quién tiene el dominio global, esta vez se observa que se prevé una disputa por la supervivencia como potencia hegemónica, no solo ya de la tierra sino también del espacio sideral.

Y en ese estado de cosas aparecemos nosotros, los dominicanos, sin que nos hayan llamado, pero ahí estamos, “metiendo la cuchara”, como dicen en nuestros campos.

Al parecer todo iba bien con nuestras relaciones con Taiwán, pero zas apareció China. Se nos abre la posibilidad de este gran mercado, de una amplia cooperación económica, financiera, científica y  social, y decidimos apostar a los chinos, pero no a los de Taiwán sino a los de una China Popular que ahora está abrazada a la política liberal de mercado.

Todo iría bien si ese paso no hubiera molestado a nuestro tradicional amigo del Norte que no ha visto “con buenos ojos” ni con “buenas ganas” ese acercamiento.

Y ahí mismo comenzaron nuestras vicisitudes, nuestras incertidumbres. Dicen que no son una ni dos las presiones sutiles y diplomáticas que nos ha obligado a abandonar posiciones que parecían firmes en materia de política exterior.

Por eso nos preguntamos, ¿cómo llegamos a estos barullos? ¿Realmente nos benefician?

A la población se le ha creado la enorme expectativa de la cooperación de China para el desarrollo del país. Y Trump invitó a nuestro presidente Danilo Medina a su residencia en Miami y dicen que también prometió ayuda, pero como siempre, en uno y otro campo, esa suerte de auxilios viene amarrado a los intereses de estas potencias.

¿Por cuál nos decidiremos?  ¿Está nuestra pequeña nación, en el marco de la actual situación geopolítica, la política interna y el hervidero de la nueva Guerra Fría entre Estados Unidos y aliados; Rusia, China y aliados, en condiciones de decidirse por uno de los dos bloques?.

¿Resistiría nuestro “escuálido cuerpo nacional” las  tensiones a que nos someterían estas potencias mundiales? ¿Qué tal de la fortaleza de nuestro liderazgo político nacional?

Vamos a dejarlo hasta ahí para reflexión.

*El autor es periodista