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La procastinación; crónica de la vida que dejamos para después

Todos somos campeones del famoso “lo hago después”… hasta que la vida nos sorprende con un aguacero que no avisa sufriendo las consecuencias de la procastinación.

Y ahí estás tú, sin paraguas, chapoteando en los charcos, mientras los truenos suenan como si Tito Puente hubiera montado un concierto en tu sala.

La lluvia no tiene sutilezas, y de repente comienza el clásico ritual dominicano: correr a comprar paraguas, ponchos y botas improvisadas, pagando un extra por la “marca que sobrevive al diluvio”… porque improvisar siempre tiene su precio, y no siempre es barato.


Así es la vida: esperamos a que la tormenta nos sacuda para movernos. Dejamos para después la dieta, el ahorro, el mantenimiento del carro, los chequeos médicos… ¡todo lo que podemos posponer!

Expertos en la procastinación

Somos expertos en la procrastinación, maestros del “mañana lo hago”… aunque ese mañana llegue con charcos hasta la cintura y truenos de fondo.


La vida y el clima nos enseñan que improvisar está bien… pero que prevenir es otra cosa. Ese paraguas comprado a la carrera, todo mojado y caro, nunca ganará frente al que compraste a tiempo, cuando el sol brillaba y tenías cabeza para pensar.

Lo mismo pasa con los problemas: dejar todo para después siempre termina en drama, estrés y alguna que otra mancha en la camisa.


Ser precavido no es aguafiestas, es vivir con estilo, con humor y con un poquito de ritmo dominicano. Quien se prepara baila bajo la lluvia sin miedo, se ríe con los truenos y hasta disfruta del charco que los demás ven como desastre.

Porque la vida no es solo evitar mojarnos: es improvisar con cabeza, encontrar alegría en el caos y recordar que dejar todo para después solo nos da carreras y chapuzones innecesarios.


Así que, mi querido lector, si hoy llueve, no te lamentes. Saca tu paraguas literal y simbólico: esos pendientes que dejaste para después, esa conversación aplazada, ese ahorro postergado… todo lo que vale la pena hacer antes de que el aguacero de la vida te obligue a improvisar.


Al final, la vida —igual que el clima— siempre trae tormentas. Pero quien anda preparado no corre solo para no mojarse: camina, baila y canta con estilo, dejando atrás la procrastinación y las improvisaciones de último minuto.Este artículo fue publicado originalmente en El Día

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Massiel Reyes Lecont

La autora es conferencista y maestra de ceremonias. Posee múltiples maestrías en Manejo de Personal, Relaciones Públicas y actualmente, es doctoranda en Comunicación.

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