Hablando ante más de 800 nuevos profesionales egresados de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra en Santiago, el obispo de esa ciudad, monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio, expresó su preocupación por la falta de ética y moral que abate a la República Dominicana.
Si no se tratara de un hombre tan íntegro, tan respetado y tan querido como el citado religioso, yo le diría: ¡Descubrió la pólvora!
Pero no. monseñor De la Rosa y Carpio merece que se le preste toda la atención cada vez que habla o escribe, y más en este caso que toca una fibra tan sensitiva como es el tema de la ética en nuestra primitiva sociedad.
Siempre he dicho que los dominicanos nos pasamos el tiempo hablando de la crisis económica, de la crisis política y de la crisis social, pero que nos olvidamos de la crisis moral, que es la primera que hay que atacar, como causante de las otras tres.
De manera, pues, que monseñor De la Rosa ha puesto el dedo en la llaga.
Es de esperarse que los ochocientos y pico de graduados que le escucharon en el solemne acto de su investidura den por aprendida esa última lección de su carrera universitaria, y que ejerzan sus respectivas profesiones con apego a los más sanos principios de convivencia social.
Cada vez que se produce una actividad como la que motiva este comentario, se aviva la esperanza de que trabajamos para tener un país mejor. Como puede verse, estoy del lado de los optimistas. ¿Y usted?