La viuda del presidente Jovenel Moïse regresó a Puerto Príncipe el fin de semana y su vitalidad ha llamado la atención.
Santo Domingo.- Cuando Japón preparaba el ataque a la Bahía de las Perlas, hace por lo menos 80 años, el embajador peruano Ricardo Rivera Schreiber habría alertado de la operación. Hoy, en un mundo supervigilado e hipercomunicado, los pasos del asesinato de un presidente estuvieron en la internet y nadie dijo nada.
Es una patraña, o matar a un presidente es hoy día una operación sencilla en tal grado que una parte del plan puede pasar a la red sin contratiempos como un negocio privado más.
Es así, por lo menos cuando se trata del gobernante de un Estado frágil, pobre y al parecer insignificante para la política internacional como puede serlo Haití.
Los puntales de estos juicios están en los interrogatorios practicados por el juez de paz Clément Noël, a quien dos de los capturados en los primeros días, tras el magnicidio, le dijeron que encontraron el trabajo en la web.
Catorce días después la ecuación política haitiana luce complicada como al día siguiente del magnicidio.
¡Vaya amigos!
Ha llamado la atención, sin embargo, la secuencia de sucesos posteriores, tanto en el gobierno como en la población.
Todo parece una burla en la que se entrampa a un grupo de colombianos. Pero sacar en claro lo que realmente ha sucedido es tan complicado como hacer una extracción de amígdalas por allí, por donde la espalda pierde su nombre.
EL DÍA le hizo a un haitianólogo de los que abundan en Santo Domingo la pregunta que corre por todas partes: ¿Quién mató al presidente Moïse? La respuesta fue seca y definitiva, sin adornos ni demostraciones: “Lo mataron… sus amigos”.
Para llegar a la casa del presidente había que subir hasta Pelerin, en el exclusivo Petionville, un lugar al que no se llega sin que se sepa quien va.
Pero ocurre que los hombres a los que se les ha puesto a cargar el muerto, con formación de comando, no subieron a Pelerin. Estaban alojados en una casa alquilada para ellos.
Y tras el hecho no trataron de escapar, ¿por qué? Tal vez porque no habían hecho nada, o si lo habían hecho, se sentían seguros. Pero cualquiera de estos dos juicios se estrella contra un muro de misterio.
Una lectura sobre este oscuro suceso que puede dar luz de la clase de colombianos que estaba en Petionville, acaso en labores antipandillas, se encuentra en el trabajo de la Unidad de Investigación del periódico El Tiempo (eltiempo.com), de Bogotá.
Sobre rieles
Visto desde fuera, el flujo ininterrumpido de la administración, la operatividad del Estado a pesar del momento, con un presidente asesinado por matones anónimos, un sucesor legal muerto recientemente de covid, un presidente que gobernaba por decreto debido a la inoperatividad del Parlamento desde enero de 2020 para sancionar la designación del primer ministro interino sustituido y otro señalado que no había tomado posesión, inseguridad por la acción de pandillas armadas y un proceso electoral en crisis. Todo en esta retahíla es parte del milagro de equilibrio sobre el que se sostiene Haití.
Sobre este cuadro, políticamente dramático, se sostiene un primer ministro cancelado dos días antes del magnicidio en Pelerin.
Muchas de las especulaciones que corren por los “bites” de la red llevan a un punto común: el asesinato del presidente Moïse tiene detrás a todo el poder de Haití, el formal y el de facto. Todos son sospechosos, incluida la viuda.
Pero, ¿qué es el poder en Haití? Sabine Manigat, socióloga y académica haitiana, identifica en una publicación en la red cadtm.org una oligarquía, una burguesía importadora, sectores populares desorganizados y sectores medios, pero no entra en descripciones, no traza una ruta del poder ni dice si existe un bloque oligárquico o las condiciones para organizarlo.
El presidente Moïse parece que tenía clara esta ruta, por lo menos en términos prácticos, en vista de que una de las razones que se daban para la sustitución del canciller y primer ministro interino era la de contentar a sectores con los que había entrado en conflicto a propósito de algunas iniciativas, como la de reformar la Constitución.
En Santo Domingo hubo sobre este punto una declaración directa del gobierno que puede ser verificada en la dirección https://www.mirex.gob.do/medios/noticias/posicion-de-republica-dominicana-sobre-la-situacion-en-haiti.
Desde el primer día de su gobierno, según el periódico El Mundo, de Madrid, Moïse había estado enfrentado con el “potentado Reginald Boulos” y con “Dimitre Vorbe, dueño del sector eléctrico” (https://t.co/KGvZRkbSnU?amp=1).
¿Quién lo mató?
Esto no los inculpa, la política está llena de conflictos. Y como Puerto Príncipe se empantana en la sangre del magnicidio, queda en el aire la pregunta: ¿Quién mató al Presidente el pasado día siete?
Al principio el ministro sustituido había conseguido manejar la situación, el Departamento de Estado apuntalaba su proactividad, pero eso parece que ha cambiado.
Quiere una intervención militar, pero Estados Unidos, llegó ha pedírselo, carece hoy de los intereses geopolíticos que han justificado acciones de este tipo, no importa que a uno y otro lado de la frontera suspiren por ella.
¿Por qué tendría el gobierno del presidente Joe Biden que enviar soldados a Haití? Las razones no están a la vista.
Nada vincula de momento a dominicanos
—1— A oscuras
Llama la atención que de camino a las dos semanas del asesinato todo siga tan oscuro como el primer día.
—1— Y sin embargo
Desde la semana pasada hay en Haití personal investigativo de EE. UU. y de Colombia, pero nada en claro todavía.
—1— El intelectual
Los investigadores haitianos buscan con gran cuidado al que planificó el asesinato, al que han pasado a denominarlo el intelectual. En esa dirección han hecho detenciones.
— Joseph Lambert
Pasó en Santo Domingo, del 29 de noviembre al 6 de diciembre de 2020, tiempo en el que se reunió con el canciller Roberto Álvarez y el presidente Luis Abinader.