La transformación de Cali, ciudad importante de Colombia, en gran parte se debe a la elección del alcalde Rodrigo Guerrero, epidemiólogo que estudió en la Universidad de Harvard y cuyas políticas contribuyeron a recuperar una apariencia de orden -aun cuando las bandas de narcotraficantes siguen en guerra entre sí-.
Guerrero, que se define como “violenciólogo”, pasó tres décadas como profesor de salud pública en la Universidad del Valle de Cali.
Después de asumir su cargo en 2012, impuso límites a la venta de alcohol, dispuso restricciones a las armas de fuego y reforzó la iluminación de los parques. Una policía menos corrupta, se encarga de hacer cumplir las normas, dijo.
El resultado: “Cali está recuperando su autoestima colectiva”, declaró Guerrero, de 77 años, en una entrevista en su oficina. “No teníamos ningún liderazgo político y las ciudades se mueren debido a la falta de liderazgo político”.