Entre risa y nostalgia: la paternidad sin filtros de Aquiles Correa

En el Mes de los Padres, el actor y comunicador comparte con honestidad, humor y ternura su historia como papá de cuatro hijas, su relación con los nietos y el legado que quiere dejarles.
Santo Domingo.- Cuando Aquiles Correa habla de sus hijas, se le ilumina el rostro. No es una metáfora poética el tono de su voz cambia y sus ojos brillan.
Hay risas y nostalgia de quien ha vivido la paternidad sin pausas ni adornos.
El actor, comunicador y creador de contenido tiene hoy 53 años, cuatro hijas, cinco nietos y muchas historias de esas que dejan huellas en la memoria familiar, no en los sets de televisión y que compartió con el periódico El Día.
“Yo creo que he sido un padre nice, un padre chulo”, dice con esa mezcla de humildad y picardía que lo caracteriza.
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Criado en el barrio de Villa Consuelo, en el Distrito Nacional, trabajador desde joven y esposo desde los 21 años, Correa comenzó a ser padre cuando aún no era famoso ni tenía estabilidad económica.
“Antes de los 30, ya yo había cerrado la fábrica”, narra entre risas, recordando cómo la vida le cambió para siempre con la llegada de Susan, su hija de crianza.
Poco después nacieron Kiana, Catherine y Nahomy, las dos primeras fruto de su matrimonio con Alexandra Brito, su compañera desde la juventud.
El padre presente… y real
Aunque los horarios de trabajo y la vida en los medios le impidieron ser el papá de las tareas escolares, Aquiles estuvo y sigue estando presente en cada etapa importante de sus hijas.

“Yo fui quien las llevó al pediatra hasta los nueve, diez años. Cambié pañales, di leche, hasta le saqué mocos con la boca a una cuando no podía respirar”.
Y con nos confiesa con nostalgia una experiencia que aún le conmueve.
“Una vez tuve que irme a España a grabar un reality, Operación Hispaniola, y estando allá, el conductor del programa, Luis Manuel Aguiló, daba partes familiares. Un día me dice: ‘Correa, a tu hija le pusieron un yeso, pero está bien’. Y yo: ¿¡cómo que yeso!? Nadie me había dicho nada. Una de mis hijas se había golpeado jugando en un parque acuático y al final tuvieron que enyesarle la pierna”.
Pidió que lo sacaran del reality y regresó de sorpresa. “Me escondí para verla. Cuando me vio, esa niña gritó con un hipío que parecía que se iba a desmayar de la emoción. De esas sorpresas que uno nunca olvida. Hoy, con los celulares, eso no pasa. Pero antes uno vivía las emociones en vivo”.
El actor de la película «Sanky Panky», recuerda con ternura esos años duros donde todo se calculaba “en base a paquetes de pañales y latas de leche”.
“Era pobre, al fin. Los pañales había que rendirlos. El de la noche era el más importante para que durara hasta el otro día”, cuenta entre carcajadas.
De la olla al resort
La fama llegó después, y con ella, nuevos momentos que disfrutó junto a sus hijas.
“Kiana y Susan conocieron al papá que no era famoso. Catherine y Nahomy se criaron viendo a Correa en televisión”, dice.
Recuerda la sorpresa de sus hijas cuando alguien le pidió una foto en un resort.
“Me miraron raro: ‘¿Por qué la gente habla contigo?’”, preguntó una de ellas. Fue su primera clase de fama.
Con el paso de los años, cada una tomó su rumbo ya son adultas, sin embargo sigue muy presente en sus vidas.
Explica que Catherine trabaja en producción cinematográfica y Susan canta en la iglesia.
“Me siento orgulloso de las cuatro. Y ahora también de mis nietos”, dice con una sonrisa que hace que sus ojos se cierren.
El abuelo versión 2.0
Con cinco nietos, Correa vive lo que llama la “versión 2.0” de la paternidad.
Con brillo en los ojos habla de Kevin, su nieto varón, el más cercano.
“Es quien más ha disfrutado de su abuelo. Ya viajó a los cuatro años. Sus tías lo hicieron a los 12, 15. Es distinto”.
Correa deja claro que no se trata de querer más a los nietos.
“Es un amor doble. Porque amas a esa criatura y amas lo que representa para tu hija”, explica. Y añade con humor: “Además, ahora uno está mejor económicamente. Es ley de vida”.
De hijo a padre, y de padre a legado
Correa también reconoce que ser papá lo ayudó a reconciliarse con su propio padre, Rafael Correa “Pipí”.
“Nuestra relación fue incómoda. Yo quería irme a Nueva York, y él no. Pero cuando tuve hijas, entendí que uno puede equivocarse sin mala fe. Eso sanó mucho”.
Hoy, más allá del escenario, quiere que sus hijas y nietos lo recuerden con orgullo.
“Hay gente que tiene buenos apellidos, pero los dice bajito. Yo quiero que mis hijas digan con la cara en alto que son hijas de Correa. Que no les dé vergüenza. Ese es mi legado”.
Y mientras tanto…
Aquiles sigue activo, con su programa en YouTube, El Meneo de Correa, entrevistas cargadas de humor y reflexión, y una vida que combina con la radio en el Mañanero y la televisión con el programa Luna Llena.
La historia de Aquiles Correa es la de un padre que, como tantos otros, aprendió sobre la marcha, amó sin medida y sigue presente todos los días.