Los partidos de oposición no han logrado cohesionar un núcleo que les permita influir en la sociedad. Es decir, los opositores no cuentan con una figura o vocero para trazar sus planteamientos y reclamos, como se ha visto en el caso de la Junta Central Electoral.
Cada vez era un dirigente diferente que hablaba cuando se pedía la imparcialidad de la Junta, lo que la gente interpreta como que la posición era del partido que representaba la vocería en ese momento.
El Bloque Opositor, si así se llamará, debe tener su propio vocero aparte de los representantes de cada partido.