Brasilia.- La II Conferencia Global sobre Seguridad Vial concluyó hoy en Brasilia sin la certeza de que el mundo llegará a la meta de reducir en un 50 % las 1,2 millones de muertes anuales en accidentes de tránsito para el año 2020.
La conferencia, que se celebró durante los últimos dos días, fue clausurada con la aprobación de una declaración conjunta firmada por delegaciones de unos 140 países que expresaron su “preocupación” por los pocos progresos registrados en materia de seguridad vial.
La “Declaración de Brasilia” sostiene que, a pesar de que hace cinco años la ONU declaró al período 2010-2020 como la “Década de la Acción por la Seguridad Vial” y se propuso reducir a la mitad las 1,2 millones de muertes que dejan los accidentes en el mundo, esa cifra ha permanecido prácticamente estancada desde 2012.
En el tercero de sus treinta puntos, el documento reitera que los Gobiernos deben asumir el asunto como un “problema de salud pública» y subraya que cerca del 90 % de las víctimas fatales de desastres en el tránsito se registra en los países en desarrollo, que concentran la mitad de la flota de vehículos a nivel global.
Asimismo, expresa la “preocupación” de los países firmantes por el hecho de que las muertes en accidentes y los cerca de 50 millones de heridos que causan anualmente tienen como principales víctimas a personas de 15 a 29 años, de los cuales dos tercios son hombres.
También avisa a los Gobiernos, al indicar que el gasto global que generan los accidentes y la atención a las víctimas está calculado en unos 500.000 millones de dólares al año, por lo que sostiene que la inversión en seguridad en el tránsito tiene un “impacto positivo» en los presupuestos de la salud pública y en la propia economía.
La declaración alerta de que los accidentes de tránsito también son “una cuestión de equidad social”, pues “las personas más pobres y vulnerables”, que en su mayoría ni siquiera poseen un automóvil, son las que engrosan los datos de víctimas en su rol de peatones, ciclistas o al volante de motocicletas de bajo coste.
Sobre esas personas, sostiene que muchas veces se sumen aún más “en un ciclo de pobreza exacerbada por la pérdida o reducción de los ingresos” debido a la muerte o las lesiones graves sufridas por el responsable de sostener a una familia.
Del mismo modo reitera un mensaje que se repitió durante los dos días de la conferencia, en el sentido de que se trata de “evitar los accidentes y no las fatalidades”, que no pueden ser anticipadas.
“La mayoría de las muertes y lesiones que ocurren en el tránsito son previsibles y evitables”, por lo que “a pesar de los progresos que ha habido en varios países, todavía hay mucho por hacer».
Otro punto de la declaración anima a los Estados a profundizar las campañas de educación vial y de prevención dirigidas a los ciudadanos, a los que también atribuye cuotas de responsabilidad individual en asuntos de seguridad vial.
Las recetas para reducir la mortalidad fueron volcadas en la declaración y “no pasan por inventar la rueda”, como resumió al intervenir en la conferencia María Seguí Gómez, titular de la Dirección General de Tráfico (DGT) de España, país que tiene una de las tasas más bajas de muertes en accidentes.
Fundamentalmente apuntan a la adopción de legislaciones que ataquen los principales factores de riesgo, como son el no uso de los cinturones de seguridad o de cascos en el caso de motociclistas y ciclistas, excesos con bebidas alcohólicas y de velocidad, el uso de drogas o la falta de sillas para el transporte de niños.
También se insta a los Gobiernos a endurecer las penas para los casos de personas que mientras conducen utilizan teléfonos móviles u otros aparatos electrónicos, que causan “distracciones que muchas veces son fatales».