República Dominicana tiene el potencial para en los próximos dos años estar recibiendo un turista convencional por cada habitante, sumado a varios millones de cruceristas como un adicional.
Pedernales está a punto de convertirse en un destino de cruceros, ofreciendo playas exuberantes que pueden mantener una relativa característica de virginidad.
Esa misma provincia tiene la capacidad de sumarle al turismo convencional varias decenas de miles de visitantes extranjeros.
Miches se suma a la majestuosa oferta turística de la región Este, que ha demostrado lo mucho que se puede alcanzar cuando una región respeta las reglas básicas del crecimiento.
Miches y Pedernales son sólo dos ejemplos distintos de cómo sumar nuevos turistas a las estadísticas dominicanas.
Muchos desconocen que países como España y Francia tienen en el turismo su principal sostén de la economía, de la que dependen muchos otros sectores. Pero lo mismo se puede decir de ciudades como New York, que recibe al año decenas de millones de visitantes.
El turismo mueve todos los sectores de una economía, pero es un sector cobarde, que huye a los problemas y la inestabilidad.
Lograr la meta de que en lo inmediato República Dominicana reciba más de 10 millones de habitantes puede ser posible dentro de un plan más a largo plazo que incluya duplicar esa cantidad en diez años.
No se trata de sueños, sino de objetivos alcanzables, pero que requerirían sea adoptado como una innegociable estrategia nacional.
