La odisea de los pacientes en el Hospital Robert Reid Cabral

La odisea de los «pequeños» pacientes en el Hospital Robert Reid Cabral

La odisea de los «pequeños» pacientes en el Hospital Robert Reid Cabral

Un niño junto su madre a la espera de ser atendidos. Eliezer Tapia.

Los padres deben asegurarse de que los niños madruguen para ser atendidos a tiempo 

Santo Domingo.- A las 4:30 de la mañana, la alarma del celular de  Juana sonó indicando que era hora de levantarse. Fue a la cocina, peló tres papas y las puso a hervir junto a su greca de café.

Mientras todo se cocinaba, fue a la habitación de su pequeño Omar, de cuatro años, para despertarlo. Debían apurarse si querían tomar el autobús que salía desde Baní, en la provincia Peravia, hacia Santo Domingo a las cinco de la mañana.

Es la rutina que Juana y su hijo, quien padece de autismo, la repiten cada vez que tienen una cita con el psiquiatra  en el Hospital Pediátrico Doctor Robert Reid Cabral.

Desde el sector Máximo Gómez, donde residen en Baní, hasta el hospital hay una distancia de 59.1 km por la carretera Francisco del Rosario Sánchez, lo que representa un viaje de una hora y cuatro minutos, según Google Maps.

Una madre conversa con los reporteros de El Día, mientras su hijo “descansa” en el piso. Eliezer Tapia.

“Es un día completo. Para rendir el dinero, llevo nuestro desayuno, la merienda, su leche, los pañales, otra muda de ropa, toallas húmedas… todo lo que podamos necesitar. Es como un ‘pasadía bailable’, como dicen en el campo”, comenta la madre, sentada junto a su hijo en un banquillo que está a punto de romperse, mientras sostiene un abanico portátil para combatir el sofocante calor de la sala de espera.

 

Horas de espera 

Juana, de 31 años, trabaja como contadora en una institución bancaria. Explica que cada semana debe trasladarse para que su pequeño reciba las terapias, ya que en su comunidad no se ofrecen de manera pública y las privadas son demasiado costosas.

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“Es un sacrificio, pero no lo veo como tal, porque he visto la mejoría de mi niño”, añade con una sonrisa de esperanza.

Una travesía 

La travesía de Juana y Omar es similar a la de cientos de padres y tutores que madrugan en busca de asistencia médica para sus hijos.

Deben salir de sus hogares antes que salga el alba para llegar a tiempo a sus citas.

A las seis de la mañana, los pasillos de las salas de espera para las consultas pediátricas especializadas comienzan a llenarse. Niños somnolientos, abrigados, dormitan en los bancos, mientras madres, tutores y familiares hacen turno para ser atendidos a tiempo. En algunos casos, las discusiones sobre quién llegó primero no tardan en surgir.

A las seis y treinta empieza el proceso de facturación de las consultas. y se forma un “bullicio” por quién llegó primero, mientras las de servicios empiezan a llamar por los citados improvisados que se realizan por cada especialidad, siendo cardiología, neumología, neurología y nefrología las de mayor demanda.

Un espera que cansa 

En la “Angelita”, como se conoce popularmente al hospital, la rutina es incesante. Durante el recorrido de El Día, observamos a los padres de niños de escasos recursos, en su mayoría con rostros tristes, cansados y preocupados por las largas horas de espera.

Los niños, incómodos por el tiempo en el hospital, también mostraban signos de cansancio.

“Estoy aquí desde antes de las seis de la mañana. Ya casi es mediodía y sigo luchando para hacerle unos análisis a mi hija, y todavía no he podido. Ni caso me hacen”, dice una madre que prefirió no identificarse.

Carlos, quien llegó desde San Cristóbal  al centro de salud con su hijo a las cinco y media de la mañana para un chequeo rutinario, fue informado de último momento que su cita fue movida a la tarde, después de haber esperado más de seis horas.

Son las once de la mañana y el flujo de las consultas de la mañana empieza a disminuir, mientras llegan los pacientes con citas vespertinas. El panorama es similar: niños cansados, botellas de agua y loncheras en mano, acompañados en su mayoría por sus madres.

El calor es sofocante. Diversos sonidos de tabletas y celulares con dibujos animados, la canción de “La Vaca Lola” y alguna que otra melodía de música urbana se mezclan en las salas de espera. Algunos niños juegan, mientras otros comen.

Alta demanda 

La semana pasada, en un comunicado de prensa, la dirección del Hospital Pediátrico Doctor Robert Reid Cabral explicó que, en ocasiones, las consultas pueden demorar más de lo esperado debido a la alta demanda de pacientes que recibe el centro desde todo el país.

La entidad señaló que atiende en promedio 16,683 consultas y 12,880 emergencias al mes, sumado a la cantidad de pacientes ingresados. A pesar de las quejas de algunos padres por las largas horas de espera, la mayoría coincide en que, una vez son atendidos, los médicos brindan un buen servicio.