El Senado de la República terminó eligiendo una Cámara de Cuentas cuyos miembros reúnen un perfil aceptable por una amplia diversidad de sectores, incluso reconocido por quienes preferían a otras personas.
Se puede decir que el Senado eligió bien dentro del menú que le remitió la Cámara de Diputados.
Otros no elegidos también tienen acumulados grandes méritos como técnicos y como ciudadanos.
Los partidos, como es natural, pulsearon para mantener cuotas de poder en esa instancia, pero sin perder la cordura.
La parte política cumplió su papel, legisladores y liderazgo político, y la mayoría de sectores coinciden en que lo hizo bien.
A partir del jueves le corresponde a los nuevos miembros de la Cámara de Cuentas empezar a escribir su propia historia.
Esperamos de ellos eficiencia y eficacia. Que sean diligentes en el cumplimiento del deber y justos en sus decisiones.
La Cámara de Cuentas es el instrumento del Estado para garantizar que los fondos públicos se manejen de manera correcta.
Todas las instancias deben ver a este órgano como un auxiliar para la correcta administración del Estado.
Las nueva Cámara de Cuentas, presidida por un joven profesional, llega con muchas espectativas y grandes retos.
Hay grandes esperanzas que sus miembros tienen la responsabilidad de no defraudar.