La mayoría de los dominicanos ansían recuperar la normalidad de la época prepandémica y cuando pensaba que se acercaba, surgió una variante que propaga el virus con una facilidad asombrosa.
La variante Ómicron ha vuelto a pintar el mapa de esta media isla de contagios, mientras en el mundo se cuentan por millones al día los nuevos casos.
Como si fuera poco, se están descubriendo nuevas variantes del virus. El comportamiento de estas mutaciones del Covid-19 son incógnitas, aunque ya la ciencia está más preparada para comprender con mayor rapidez.
Lo cierto es que la anhelada normalidad entra nueva vez en incertidumbre.
El Ómicron llegó a República Dominicana, oficialmente hace poco más de una semana, y se ha regado rápidamente por todo el territorio nacional.
Por fortuna no ha mostrado niveles de letalidad que llamen a disparar las alarmas, pero está provocando otros daños que impactan a las personas, las familias, la sociedad y a la economía.
Aunque menos letal, su rápida propagación está provocando un agotamiento en el personal médico de primera fila (consultorios) y en números absolutos están llegando más casos a los hospitales, aunque en términos porcentuales la tasa vaya en disminución.
El mundo está expectante, sin perder la esperanza de que finalmente estemos al final del túnel de la pandemia.
Pero lo cierto es que nadie sabe a ciencia cierta qué depara el futuro inmediato.