La Cañada tiene pocos servicios básicos con solo una unidad médica móvil que visita cada día y un autobús que lleva a los niños a las escuelas cercanas.
MADRID.- Mientras nevadas récord y temperaturas bajo cero envuelven gran parte de una España normalmente templada, pocos residentes han padecido tanto como los de La Cañada Real Galiana, un enorme barrio pobre a las afueras de Madrid considerado uno de los más grandes de Europa.
Gran parte de La Cañada Real llevaba meses sin electricidad antes de que llegara la tormenta invernal Filomena. Las autoridades dicen que eso se debe a que los cultivadores de marihuana en el asentamiento informal desviaron el suministro eléctrico a las plantaciones interiores y saturaron la red.
El apagón prolongado significó que más de la mitad de los 7.500 residentes en el poblado permanecieron sin luz durante un clima más apropiado para Siberia.
“Hace mucho frío y no tenemos luz“, dijo la residente Yolanda Martín Herrera esta semana después de que las temperaturas cayeran a menos 16 grados Celsius (3 Fahrenheit) en el área metropolitana de Madrid.
“Prácticamente ya no tenemos leña y ni podemos ir a buscarla por la nieve que hay”. Como ella y su esposo están sin trabajo desde el comienzo de la pandemia de coronavirus, la mujer de 47 años dice que sobreviven con la pensión de su madre de unos 600 euros (730 dólares) al mes.
Además, hay pocos servicios sociales disponibles para ayudar a los residentes a enfrentar la emergencia debido al clima extremo. “Nos tienen olvidados aquí“, dice Martín Herrera.
“Es que somos personas, no somos animales“. Las viviendas deficientes y las chozas que componen La Cañada se extienden unos 14 kilómetros (9 millas) en las afueras industriales de la capital española.
El asentamiento se extendió durante varias décadas a lo largo de un antiguo camino para conducir ganado mientras españoles y romaníes pobres, e inmigrantes marroquíes buscaban un lugar para vivir.
El área atraviesa un paisaje plano y anodino y consiste básicamente en una sola carretera con caminos laterales, algunos de ellos pavimentados, que conducen a una mezcla de casas decentes en sus áreas más acomodadas y chozas sencillas construidas con ladrillos, láminas de metal y lonas.
Los residentes viven de los trabajos de construcción o de la recolección de chatarra o lo que puedan. El área se ha asociado durante mucho tiempo con la venta de droga, principalmente cocaína y heroína.
En los últimos años, el cultivo de marihuana en sótanos y garajes con lámparas potentes se convirtió en una fuente adicional de ingresos para algunos.
La Cañada tiene pocos servicios básicos con solo una unidad médica móvil que visita cada día y un autobús que lleva a los niños a las escuelas cercanas.
Las tiendas locales son estantes endebles con poco para vender y casi sin alimentos frescos.