Se podría decir que es como “llover sobre mojado”, hablar con tanta cotidianidad sobre el descalabro que está causando al deporte, como a las demás actividades, la pandemia del COVID-19, que sin lugar a dudas, ha postrado a todos, sin importar la fortaleza que mostrara.

El mundo se mantiene temeroso y en muchas sociedades, en mayor o menor grado, se ha desatado una histeria colectiva que ha originado una perturbación nunca antes imaginada.

Pero cuando todos se ponen de acuerdo en lograr un objetivo común, no hay quien lo detenga, porque en “la unión está la fuerza”.

No hay dudas de que el COVID-19 ha generado pánico, quizá en parte por la gran difusión que se le ha dado, debido a la forma de contagio y al elevado índice de mortalidad.

Esto ha puesto de rodillas a todos, sencillamente a todos.
Una forma de ir rompiendo esos temores la tienen en sus manos los organizadores y promotores de actividades artísticas y deportivas.

Si en este momento se estuviera jugando béisbol y baloncesto, por solo citar dos disciplinas, aunque fuera en estadios sin fanáticos, es seguro que millones de los que están encerrados en sus casas estarían mucho menos afectados en lo sicológico.

Estar encerrado por un largo período de tiempo deja secuelas en el cuerpo y la mente que solo actividades recreativas pueden contribuir a aminorar las graves consecuencias sicológicas en uno o más individuos.