Los que nos consideramos municipalistas hemos estado observando con mucho detenimiento los avances en los temas sobre los gobiernos locales en los últimos tiempos.
Sabemos que en el “ámbito local” nuestras organizaciones han estado rezagadas por años, esto debido a que la frágil institucionalidad arropa al sector municipal y se refleja en cada una de las aristas que lo componen.
La municipalidad es una especie de “cosmos” en donde todo gira entre sí. Instituciones estatales, sin fines de lucro, gremios, entre otras. La característica principal es que siempre se ponen de acuerdo para bien o para mal.
Como es de todos conocido, los ayuntamientos son instituciones de servicio, su principal función es satisfacer las demandas básicas de convivencia entre los habitantes de una localidad determinada.
Son mucho más que residuos sólidos (basura). Ya hoy el problema que sobresale está cimentado en el orden estructural.
Nunca antes nuestra media isla había exhibido un crecimiento de la economía como en los últimos cinco años. Si bien es cierto que el Covid 19 pasmó de manera sustancial ese crecimiento, no es menos cierto que nuestra resiliencia fue evidente y la recuperación ha sido mejor de lo que se pronosticaba. Algunos nos llaman la “singapur del Caribe”.
He aquí la importancia de una imperante e impostergable transformación estructural y sistémica de las corporaciones edilicias.
Ya no son solo para dar servicios, sino son engranajes fundamentales del motor del desarrollo del país. Su misma vinculación como “dueños del territorio”, les obliga a ello.
Todo debe empezar desde el mismo momento en que los partidos políticos postulan sus candidatos a estos cargos municipales. Deben hacer conciencia que cada uno de los que componen las boletas son pequeños dientes de ese engranaje que es parte del motor para el desarrollo.
Hace ya dos años que una gran mayoría de autoridades electas alcanzaron el poder dominando el cosmos municipal. Es de nuestro conocimiento que entre ellos hay un cúmulo importante de experiencias atesoradas, tanto en teorías como en la práctica. Lo que no acabamos de entender es cómo aún no se evidencian transformaciones significativas.
Los indicadores del Sismap-municipal (servicios, sobre todo) demuestran un declive y con ello las pocas esperanzas de mejorar, pues ya empieza una etapa de precampaña electoral en donde la mayoría de estos funcionarios municipales buscarán validarse ante el electorado.
Sin embargo, nos llama poderosamente la atención las partes normativas tanto en el ordenamiento del territorio como el del planeamiento urbano. Tampoco se han podido exhibir obras de impacto que beneficien a las comunidades.
La democracia se expresa a través de las mayorías y es por eso que desde aquí seguimos apostando a que en breve plazo esas experiencias a la que nos referimos más arriba en este artículo, se alinearán con el expreso propósito de darnos los cambios que amerita el cosmos municipal.
*Por Victor Feliz Solano