Puerto Rico.-Tenemos que decirle al país y al mundo que el Macho Camacho ha fallecido, fue la expresión lapidaria del administrador del Centro Médico de Puerto Rico, Ernesto Torres.
De esta manera el galeno notificó de forma oficial lo que clínicamente ya había comunicado: que el tres veces ex campeón púgil boricua tenía muerte cerebral.
Este diagnóstico último y definitivo desvaneció las esperanzas que albergaba la familia, su madre María Matías; su padre Héctor Camacho; sus hermanas Raquel, Estrella y Esperanza.
Se le ha dado el espacio a la familia para ver si se convierte en un donante de órganos.
Se le ha dado el espacio a su papá y a su mamá para que tomen la decisión.
Esa decisión me la van a dar a primera hora de hoy, para comenzar el proceso.
Torres informó que ya se tenía la sospecha sobre la muerte cerebral del boxeador, quien se encontraba frente a un bar, en un Ford Mustang aparcado y junto a un amigo de la niñez, cuando recibió el disparo en la cara.
El encefalograma salió flatline. Tenemos que decirle al país y al mundo que Macho Camacho ha fallecido. Tiene muerte cerebral, apuntó.
¿Ellos tenían una esperanza? Todos teníamos una esperanza. Teníamos un dolor fuerte, dijo.
Torres explicó que hay cuatro arterias que llevan sangre al cerebro y tres de ellas fueron lesionadas.
Esa falta de oxígeno hizo gran daño al Macho Camacho. Además de la lesión de la vértebras.
Torres agregó que los órganos se pueden preservar por tres o cuatro días.
Dijo que una de las hermanas no quiere que lo desconecten y que el padre, Héctor Camacho, se inclina por la donación de los órganos.
Dolor y devastación
Doña María Matías, abrazada por sus tres hijas Raquel, Estrella y Esperanza, abandonó las inmediaciones del Centro Médico, tras pasar largo tiempo con su hijo, cuya muerte aún se resistía aceptar, como el resto de la familia.
Caminaba en silencio, como en las nubes, enjuta, pequeñita, encogidita. No cabía más dolor en su rostro.
Es una decisión difícil. No podemos hacer decisiones ahora. Por ahora, la máquina no se va a quitar.
Tenemos esperanzas de que hay un Dios allá arriba. Por ahora no se le quita, dijo Raquel, quien añadió: Está bello. Sé que la gente lo quiere mucho aquí. La gente lo adora.