El presidente de la Suprema Corte de Justicia ha puesto el dedo sobre una de las tantas llagas que tiene el sistema judicial dominicano, la cual viene siendo arrastrada desde hace muchos años.
Se trata de la mora judicial, lo cual podría traducirse en una especie de denegación de justicia, agravado por lo costoso que significa llevar estos procesos, tanto para víctimas como victimarios.
El magistrado Luis Henry Molina revela un dato que pudiera parecer insignificante, pero retrata el alcance de la mora judicial, a la que él mismo hacía referencia: en el sistema judicial hay casos todavía que datan de 1982.
A la actual gestión de la Suprema Corte de Justicia se le debe reconocer su empeño en modernizar los procesos para agilizarlos, pero inexplicablemente ha encontrado gran resistencia en actores que se resisten a los cambios.
La tecnología representa un gran aliado en la obligatoria tarea de reducir la mora judicial y en abaratar los procesos, otro de los grandes problemas del sistema.
Otro reto que tienen los miembros de la Suprema Corte de Justicia y el Consejo del Poder Judicial es velar porque no se desande el camino de moralización de los tribunales que muy bien se empezó a trillar cuando se produjo la primera ola de reforma judicial.
Felicitamos a todos los hombres y mujeres que forman parte del Poder Judicial y que lo asumen como un compromiso para con el país por encima de cualquier sacrificio.