La minería, ¿puede ser un aporte positivo?

La minería metálica es una actividad económica de largo aliento sobre la que pesa un fardo enorme lleno con mala fama, opiniones interesadas, la idea de una rentabilidad excesiva y quién sabe cuántos juicios y prejuicios más.

Para los gobiernos tiende a ser una inversión conveniente, para las comunidades y activistas ambientales, sociales y políticos, en cambio, un motivo de crispación y levantamientos.

En su intervención en el Almuerzo con los Medios del Grupo de Comunicaciones Corripio, sin embargo, el ministro de Energía y Minas, Joel Santos, tuvo el miércoles pasado unas palabras acerca de la provincia Monseñor Nouel y su municipio cabecera, Bonao, sobre las que debemos reflexionar.

De acuerdo con el alto funcionario, el Gobierno explora las vías para tener de nuevo la operación minera por el estilo de la Falconbridge en esta provincia, y no lo argumentó con lo que pudiera representar la explotación de ferroníquel como fuente de ingresos fiscales.

Según Santos, la provincia Monseñor Nouel muestra unos indicadores sociales que la ponen a la cabeza de todas las comunidades del país, entre ellos los de cobertura boscosa, desarrollo humano y una baja dependencia de los programas gubernamentales de asistencia.

Por lo visto desde el Gobierno se tiene el convencimiento de que estos indicadores positivos son una consecuencia de la actividad minera desarrollada allí desde 1970, pero que ahora está dormida.
Desde luego, nadie puede olvidar la afrenta de la loma de La Peguera, con sus enormes socavones visibles desde grandes distancias.

Tal vez haga falta una valoración más amplia y profunda de las causas de los indicadores que hacen de Monseñor Nouel una comunidad excepcional.

Pero no dejemos de lado que todavía los pobladores de Pedernales que peinan canas hablan del pasado minero de la provincia como los tiempos del empleo, el bienestar y el relumbrón.