La llamada del secretario de Estado de Estados Unidos al presidente dominicano Danilo Medina contiene mucho más que lo que se divulga.
Habría que ser despistado para pensar que se trató de una “llamada de cortesía”.
Debió tratarse de una conversación afable en la que seguramente se trataron temas peliagudos, como por ejemplo la reforma constitucional y la reelección.
Difícilmente el lenguaje contenía imposiciones, aunque de seguro sí había insinuaciones o sugerencias.
Los dominicanos repudian la injerencia, pero les prestan mucha atención a las opiniones de Estados Unidos.
No creemos que lo que Mike Pompeo le dijo al presidente Medina será tomado como una orden o una imposición, aunque tampoco creemos que caerá en saco roto.
Pero al margen del contenido de esa conversación telefónica, el país necesita evitar cualquier confrontación que sobrepase las cotidianas en procesos políticos en regímenes democráticos.
Sabemos lo que el Departamento de Estado y la Presidencia de la República quieren que sepamos de la conversación en cuestión, pero esperamos que cualquier inquietud sea conducida teniendo como objeto principal el interés de la República Dominicana.
