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La leche, una aliada clave para prevenir la osteoporosis y la sarcopenia

  • En la osteoporosis, las fracturas ante traumatismos leves, la pérdida de estatura o el dolor de espalda pueden ser señales tardías

El consumo regular de leche continúa posicionándose como un pilar fundamental de una alimentación saludable, especialmente por su impacto positivo en la salud ósea y muscular. Gracias a su combinación de proteínas de alto valor biológico, calcio, vitamina D y otros micronutrientes esenciales, este alimento contribuye a prevenir enfermedades como la osteoporosis y la sarcopenia, dos afecciones estrechamente vinculadas al envejecimiento.

Presente en la dieta humana desde hace siglos, la leche mantiene su relevancia en un contexto donde la prevención de enfermedades crónicas resulta prioritaria. Su aporte nutricional favorece el desarrollo y mantenimiento del organismo en todas las etapas de la vida, desde la infancia hasta la adultez mayor, fortaleciendo huesos, músculos y el sistema inmunológico.

En el caso de la osteoporosis, una enfermedad caracterizada por la pérdida de densidad ósea y el aumento del riesgo de fracturas, la leche desempeña un rol esencial por su alto contenido de calcio y fósforo. La vitamina D, presente de forma natural o añadida en algunas variedades, facilita la absorción de estos minerales y potencia su efecto protector sobre los huesos.

Organismos internacionales destacan que una ingesta adecuada de lácteos durante la niñez, la adolescencia y la adultez temprana permite alcanzar una mayor reserva de masa ósea, clave para reducir el riesgo de fracturas en etapas posteriores.

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Por otro lado, la sarcopenia —la pérdida progresiva de masa y fuerza muscular asociada al envejecimiento— también puede verse atenuada mediante una alimentación que incluya leche de forma regular. Sus proteínas completas aportan los aminoácidos esenciales necesarios para el mantenimiento y la reparación del tejido muscular, mientras que minerales como el calcio contribuyen a la correcta función contráctil del músculo. Estudios recientes asocian el consumo habitual de lácteos con una mejor composición corporal y una mayor preservación de la fuerza en adultos mayores.

Ambas condiciones suelen desarrollarse de manera silenciosa, sin síntomas evidentes en sus primeras etapas. En la osteoporosis, las fracturas ante traumatismos leves, la pérdida de estatura o el dolor de espalda pueden ser señales tardías. En la sarcopenia, la dificultad para realizar actividades cotidianas, la fatiga muscular y la disminución de la masa muscular incrementan el riesgo de caídas y reducen la autonomía personal.

Más allá de su efecto sobre huesos y músculos, la leche aporta vitaminas como la B12 y la A, fundamentales para el sistema nervioso, la salud visual y la producción de glóbulos rojos. También se la asocia con beneficios en la salud cardiovascular, el control del peso corporal y la prevención de caries dentales, además de ser un recurso útil para la recuperación tras la actividad física.

En cuanto a la elección, las guías alimentarias recomiendan, en general, optar por leche descremada o parcialmente descremada en adultos, ya que ofrece los mismos nutrientes esenciales que la entera, pero con menor contenido de grasas saturadas. No obstante, en niños, adolescentes, embarazadas o personas con mayores requerimientos energéticos, la leche entera puede ser una opción adecuada.

Así, incorporada dentro de una dieta equilibrada, la leche se consolida como un alimento completo y accesible, con un papel relevante en la prevención de enfermedades y en el cuidado de la salud a lo largo de la vida.

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