La Junta Central Electoral

Con los años la Junta Central Electoral ha cobrado un protagonismo inusual en el panorama político y socioeconómico nacional.

Ya sea por los llamativos presidentes que ha tenido a lo largo del tiempo, o bien sea por el inexplicable despilfarro millonario que desembolsa cada cierto tiempo en los prostituidos y gastados partidos políticos dominicanos, que de políticos no tienen nada.

Esos partidos que hoy son agencias de empleo, base para recaudar millones de pesos y nombramientos a veces inoperantes cuando alcanzan el poder, se ven alimentados por unos fondos públicos que el raciocinio colectivo del pueblo no termina de comprender.

Aunque me dijo un querido amigo periodista el otro día que “la JCE no le da dinero a los partidos, se los da el Estado y por mandato de una Ley. La Junta sólo hace el cálculo, confecciona cheques y entrega”…

Sea un comentario certero o no, está confabulada con el Estado con el pretexto de “aras de fortalecer la democracia” de inyectar ingentes cantidades de millones de pesos en los bolsillos de aquéllos que manejan esos partidos políticos y que tampoco le rinden cuentas a ningún organismo acreditado con estos fines que pueda informar al pueblo a dónde va el dinero de ese mismo pueblo que pertenece al erario público.

Desde hace algunos años, la JCE está presidida por Roberto Rosario, un funcionario público que se debe al pueblo, algo que todavía él no ha comprendido, y que maneja esa JCE a su antojo convirtiéndola en su cacicazgo. No hay nadie en la Junta que se atreva a contravenir lo que diga, ordene o ejecute Rosario.

Como esta sociedad continúa carente de todo grupo o formación social con fuerza que reclame y pida explicaciones tampoco de manera individual nadie pregunta ni se preocupa por exigir rendición de cuentas de todo esos millones que tan alegremente se entregan a los partidos.

Esta “donación” graciosa y carísima es una vergüenza nacional frente a la gran variedad de calamidades que tiene este país y que seguro sería de mucha ayuda invertir ese dinero en esas necesidades que no paran de agravarse.
Al parecer tampoco le piden explicaciones en gastos y ejecuciones al presidente de la JCE, que hace y deshace a su antojo y actúa como si esa institución fuese de su propiedad.

En definitiva, la Junta Central Electoral y el festín al que tienen acostumbrados desde hace años a los políticos del país dan ganas de llorar. Incitan a cualquiera a formar un partido político, bajo el nombre que sea e ir corriendo a oficializarlo a la Junta para estar en la próxima repartición de millones. Total, eso es ser “político” en este país… ¡Corrupción y burla!