La involución que vivimos

La involución que vivimos

La involución que vivimos

German Marte

En verdad no debería asombrarme, pero inevitablemente siento una gran decepción cuando veo o escucho a ciertos “artistas” y “líderes” y luego veo el respaldo ciego de sus hordas de seguidores o fans.

Entonces me detengo y me pregunto: ¿Qué pasó? ¿Cuándo fue que nos rendimos ante los más atrevidos exponentes de los antivalores y el mal gusto? ¿Cuándo fue que le cedimos el espacio a la mediocridad para que se enseñoreara?

Por momentos da la impresión de que una gran parte de nuestra juventud se regodea en una pocilga. Y parece que no es asunto exclusivo de los dominicanos, pues como diría el padre Luis Rosario, “el mundo está patas arriba”.
Hace unos días vino al país el colombiano J Balvin a grabar un disco con una dominicana que más vulgar no puede haber, el título de la canción lo resume todo: “Perra”.

Todavía no salía de mi asombro cuando llegó la noticia de que una “Linda” jovencita, considerada ahora mismo como la Reina de pop en España, también había venido al país para un intercambio de lenguas con la criolla, y grabaron un video donde –más que cantar- ambas demuestran su depravación en grado superlativo.

Conste que no soy homofóbico. Respeto la preferencia sexual de cada quien, pero la vulgaridad extrema resulta asqueante.

Pensaba que ese lodazal era “Insuperable” cuando se hizo viral un video de otra artista muy conocida manoseándose con otra mujer, en gestos más que sugestivos o sensuales, escandalosamente vulgares.

Podríamos llenar todo un periódico con ejemplos de ese tipo. Pero no vale la pena.
Lo más penoso no es que esto ocurra, sino que esa basura sea lo más consumido por nuestros jóvenes y por nuestros niños, sin que eso llame la atención de las autoridades pasadas ni las presentes.

Es poco lo que se puede esperar de una persona que no se nutre de conocimientos a través de la lectura, la música, el cine o cualquier otro medio, pues así como nuestra salud física depende de los alimentos que consumimos, igual la mente necesita alimento cultural de calidad, de lo contrario iremos involucionando, como individuos y como sociedad.

Nuestros ídolos y líderes influyen en nuestra conducta, aún sin darnos cuenta. Por eso debemos prestar atención a lo que está pasando aquí, ahora, y en nuestra familia. No pretendo que todos los jóvenes escuchen a Joan Manuel Serrat, Sabina, Juan Luis Guerra, Johnny Ventura, Silvio Rodríguez o Rubén Blades (ojalá ellos), pero al menos que consuman contenidos de calidad, lean libros que les aporten, vean películas y documentales que los eduquen.
Los profesores, autoridades, líderes políticos, sociales y religiosos junto con los medios de comunicación debemos y tenemos que emprender una gran cruzada a favor de la decencia.

Precisamos una vuelta a los valores, fomentar el espíritu revolucionario, promover el pensamiento crítico en nuestros jóvenes, no embrutecerlos. De lo contrario, no esperemos nada bueno en el futuro.

Afortunadamente, más allá del pozo séptico en que multitudes alienadas prefieren sumergirse alegremente, hay una pléyade de jóvenes talentosos, inteligentes, estudiosos, que se superan día a día. De ellos depende el futuro.



German Marte

Editor www.eldia.com.do

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