Gran parte de la responsabilidad del caos en el tránsito y la siniestralidad en las calles y autopistas se debe a las imprudencias y a la indiferencia de las autoridades frente a los violadores de las normas de tránsito.
Muchas violaciones e imprudencias se cometen ante la mirada indiferente de los llamados a a fiscalizar y hacer cumplir las leyes de tránsito.
Para muestra un botón.
Todas las estadísticas indican que la mayoría de los accidentes con lesiones o muertes involucran motocicletas, cuyos conductores además involucran con sus imprudencias a otros que pueden conducirse con urbanidad y apegados a las normas.
Un simple recorrido por cualquier calle basta para confirmar que éstos no respetan ninguna norma, se cruzan entre los vehículos sin ningún miramiento, atraviesan intersecciones sin la más mínima precaución, zigzaguean como si estuvieran en un circo y los semáforos les parecen simples adornos urbanos.
Sin embargo, ese comportamiento errático e imprudente no se refleja en las fiscalizaciones de la Dirección General de Seguridad y Tránsito Terrestre (DIGESETT).
En esta materia la educación tiene que estar acompañada de la represión.
Pero no es cuestión de operativos coyunturales, sino de la constancia en la aplicación de las normas.
El problema continuará sin solución mientras las autoridades se sigan haciendo las desentendidas frente a los motoristas.