La independencia nacional: Notas al pie... 2

La independencia nacional: Notas al pie… 2

La independencia nacional: Notas al pie… 2

Miguel Febles

Cuando Pedro Santana Familia llegó a la Presidencia de la República tras la proclamación de la Constitución del Estado, el sector hatero volvía al poder político, esta vez con un carácter formal a nombre del pueblo y la sociedad dominicanos.

En 1809, con el final de la guerra de reconquista, Juan Sánchez Ramírez alcanzó la capitanía general a la que llegó luchando como español colonial y durante los dos años que siguieron hasta su muerte, en febrero de 1811, había seguido siendo un español colonial.

Treinta y tres años después Santana caminaba sobre los pasos de Sánchez Ramírez, y si el mundo había estado girando de manera diferente a partir de 1760, cuando irrumpió la primera revolución industrial, esto no se había limitado al plano económico, sino que había tenido serias repercusiones en los planos tecnológico, social y político.

Santo Domingo había vivido aislado de esos cambios debido a su pobreza, a su debilidad, por ser parte marginal de España y porque desde 1795 había sido una cosa instrumentada como trueque hasta que Haití, con la colaboración de sectores económicos y sociales emergentes locales, se la apropió.

Con Santana llegó al más alto escalón del poder político el sector hatero, con su mentalidad, su visión de la economía, de la administración pública y de la gente.

Y como el hato había tenido origen y sustancia en la colonia española, al final se comportó como un cuadro social de un pasado acorralado por sus circunstancias y devolvió al pueblo dominicano a donde creía que debía estar, tanto para su beneficio personal como del sector del que había pasado a ser cabeza. Pero igual que Lázaro, el predominio del hato resucitó y murió de nuevo, esta vez de manera definitiva, que es lo que importa desde el punto de vista ético.

La mentalidad cerril de Santana no había estado en contacto con el mundo exterior, carecía de educación formal y la cultura general no era su fuerte. Respondía muy bien a los efectos de la testosterona, una hormona que tiene su fuente principal en los testículos, y acaso por esto su hermano gemelo se lo recomendó a Juan Pablo Duarte cuando llegó a Santa Cruz de El Seibo en busca de alianzas sociales para la independencia.

Uno de principales aportes de Santana a la dominicanidad debe de haber sido el paredón, que no se detuvo con la reconstitución de la República y del que todavía no acaba de desembarazarse a pesar de 186 años desde que fueron ordenados los primeros fusilamientos.

¿Cuántas veces ha tenido el dominicano medio que reprimir el impulso de disparar una ráfaga de insultos, o descalificar al otro ante una contradicción? Cuando lo consigue avanza en la domesticación del Santana interior, cuando se deja llevar y alimenta la intolerancia, fusila.
Santana no gobernó solo.

En su primera administración tuvo cerca a Tomás Bobadilla y a Benigno Filomeno Rojas, acaso incapaces para cambiarle el rumbo, pero que no eran, por cierto, unos ignorantes.