En una ponencia del pasado año 9 titulada El primer intento independentista dominicano y la reincorporación a España, 1808-1809, Emilio Cordero Michel enfoca aquellos hechos desde una perspectiva dominicana, en la medida de la dominicanidad en un período temprano, pero lo hace, y lleva al lector a ver la guerra que puso fin a la denominada Era de Francia desde el ángulo de la pequeña burguesía de entonces, diferente de la perspectiva hatera, que empieza con el relato de Palo Hincado (www.idg.org.do › clio180 › Clio_2010_No_180-05).
¿A dónde pudo haber llegado el impulso independentista que le daban Ciriaco Ramírez y otros líderes a la guerra? No es posible saberlo hoy, porque no ocurrió. Como especulación se puede hablar de una independencia con una base social y económica frágil, pero con la bendición de Alexandre Pétion, el caudillo que gobernaba en el sur de Haití, cuando todavía la independencia haitiana estaba dividida en un reino en el norte y una república en el sur. Tras el suicidio de Henri Cristofhe en el año 20 de aquel siglo, la República unificó a la nación bajo el gobierno de Boyer, que había sucedido a Pétion, tras su muerte, en el año 18.
¿Hubiera sobrevivido una independencia en 1809 de haberse impuesto el punto de vista de los pequeños propietarios del Cibao y madereros del sur? Treinta y cinco años después, en 1844, los sectores medios que impulsaron la separación fueron ahogados por los hateros.
En diciembre de 1808 ocurrió en una junta celebrada en Bondillo el día 13, mientras tenía lugar el sitio de Santo Domingo, lo que en el 44 se extendió meses, de febrero a noviembre, y de allí hasta el 18 de marzo del 61, cuando la República fue puesta en manos de la corona española y el país convertido por cuarta vez en colonia por uno de los próceres separatistas, hatero, hijo homónimo de uno de los capitanes de la batalla de Palo Hincado, Pedro Santana.
Estamos ponderando sobre la base de evidencia empírica, pero también se puede ponderar desde lo imaginario.
Y en esa dirección tomemos dos elementos en relación con Pétion, que en 1815 rescató a Simón Bolívar de la depresión en la que se encontraba en Jamaica y lo dotó de hombres y armas para que completara la obra en Sudamérica, sin la esclavitud; fue este mismo gobernante el que sacrificó la base económica de Haití al parcelar la tierra y entregarla en pedazos a los campesinos.
Acaso también hubiera dotado a los independentistas dominicanos de las condiciones para sobrevivir a pesar de la bajísima densidad poblacional, de la fragilidad social y material en la que desenvolvían la dominicanidad de entonces y de los enemigos exteriores.
Los pobres lo apodaban Papa bon ke (padre de buen corazón). Sueña Pilarín (Abigaíl Mejía, novela).