“La indecencia monetizada”: un reflejo alarmante en redes sociales, según el psicólogo Luis Vergés

Santo Domingo.– La conversación pública actual se encuentra inmersa en un preocupante torbellino de hostilidad, desinformación y acoso, fenómenos exacerbados por las redes sociales y los medios de comunicación.
El psicólogo Luis Vergés explicó la grave implicación de esta realidad en la salud mental de la población, alertando sobre la «indecencia monetizada» y sus profundas raíces sociales.
Bergés destacó la creciente violencia en las redes y medios, un problema que, según él, no es reciente.
Citó un caso internacional de acoso cibernético de los años 90 que resultó en el suicidio de una adolescente de 13 años, evidenciando la trayectoria histórica de este tipo de agresión y sus devastadoras consecuencias.
«Es preocupante», afirmó el psicólogo, haciendo referencia a la proliferación de engaños, acoso y crímenes perpetrados a través de estas plataformas.
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El especialista abordó el fenómeno de la «indecencia monetizada», basándose en las observaciones de Viktor Frankl desde los años 60, quien ya categorizaba a las personas entre «decentes» e «indecentes».
Vergés señaló que hoy en día, no solo el grupo de los «indecentes» es cada vez mayor, sino que «son cada vez más ricos».

Esto se debe a la ley del reforzamiento social: aquello que se premia (elogios, aprobación, seguimiento o monetización) es lo que se practica. En el contexto actual, la indecencia es recompensada, lo que lleva a un ciclo pernicioso donde las personas realizan un análisis costo-beneficio, a menudo sin considerar las consecuencias.
Velocidad rápida y recompensa inmediata
El especialista en salud mental explicó la fascinación por el chisme y la intromisión en la vida ajena a través de la teoría de las dos velocidades de la mente: una velocidad rápida que busca el placer y la gratificación inmediata, llevando a la impulsividad sin medir consecuencias, y una velocidad lenta que permite la reflexión y el análisis.
«Lamentablemente, la sociedad y la cultura incentivan la primera. Esta búsqueda de recompensa inmediata, descrita por Anthony Giddens como un «bono por demora», lleva a las personas a preferir lo que ofrece gratificación instantánea, incluso si a largo plazo no es lo mejor», dijo en una entrevista en el Programa El Día de Telesistema.
El psicólogo hizo hincapié en el sesgo de género presente en la afectación moral, donde las mujeres son desproporcionadamente más victimizadas.
En una sociedad machista, la sexualidad se convierte en un «expediente en contra de las mujeres», un fenómeno que no se replica con los hombres. El estigma social resultante del descrédito público, ya sea fundado en verdades o mentiras, representa un grave riesgo para la salud mental e incluso la vida de las personas, con numerosos casos de suicidio registrados por esta causa.
El acosador
El psicólogo destacó que el acosador tiene un perfil, busca poder y control sobre el otro. La clave para neutralizarlo es la visibilidad.
«A lo que más miedo le teme un acosador es a ser descubierto como acosador y a ser develado como tal públicamente«, explicó.
Cuando el acosador es expuesto, el acoso tiende a cesar, revelando que sus acciones no son resultado de una enfermedad mental, sino de decisiones conscientes.
Además, la respuesta con una fuerza equitativa por parte de la víctima puede neutralizar el poder del acosador, lo que Richard Sennett describía como la paradoja del poder, donde «la gente que abusa del poder es la persona más cobarde».
Vergés enfatizó que el problema no radica solo en la existencia de personas malintencionadas, sino en el «colchón social» que les permite operar.
«Si la persona acosada permanece en una posición de vulnerabilidad, entonces ahí tenemos lo que llamamos un contrato implícito», afirmó.
La irresponsabilidad al compartir información falsa, la instrumentalización política de la difamación y la pasividad social han contribuido a que la indecencia sea «monetizada» y la decencia, en contraste, parezca «anticuada» y «empobrecida».
La solución no es atacar individualidades, sino abordar las reglas sociales que perpetúan estos comportamientos.
La fragilidad de las normativas legales, la complacencia política y la pérdida de las claves morales en las comunidades han debilitado la preservación de la decencia.
Sin embargo, Vergés ve una luz de esperanza en el miedo que la sociedad comienza a sentir, un poderoso motivador para el cambio.
La naturaleza de la empatía
Sobre el discurso de odio, Bergés lo atribuyó a la identificación proyectiva, donde personas hostiles o frustradas aprovechan la vulnerabilidad de otros para proyectar sus valores negativos.
La apelación a la emoción y la «velocidad rápida» del cerebro, que lleva a la impulsividad, hacen que estos discursos sean contagiosos y se viralicen.
A pesar de la dureza del entorno, Bergés aseguró que nacemos con empatía. Si bien el ambiente puede afectarla, la propensión inicial del ser humano es hacia la bondad.
El problema es que, en ocasiones, «la bondad está siendo muy castigada», lo que desalienta a las personas a practicarla. No obstante, la sociedad tiene la capacidad de revertir esta tendencia.
Narcisismo y manipulación
Vergés explicó que se caracteriza por la grandiosidad. Los narcisistas necesitan sentirse superiores a los demás, invalidando los méritos ajenos para validar los propios.
Aunque es un trastorno por su irracionalidad, el psicólogo señaló que, paradójicamente, los narcisistas «no los está haciendo infelices a ellos» en el contexto actual, ya que sus acciones les proporcionan una sensación de validez y reducen su ansiedad.
La manipulación, una estrategia de dominación, es utilizada tanto por narcisistas como por personas sin trastorno, buscando lograr sus objetivos sin importar los medios. Sin embargo, en el caso del narcisista, la frustración puede llevar a la violencia.
El psicólogo destacó la importancia de la bondad como la cualidad más inteligente en la vida humana. La bondad no solo contribuye a la salud interna y a un mayor control sobre la propia vida, sino que también facilita relaciones equitativas, un ideal de respeto y libertad.
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