*Por Homero Luciano
Cuando se quebrantaba la incipiente independencia de de República Dominicana con la anexión a España orquestada por el General Pedro Santana, ocupaba la presidencia del Perú Ramón Castilla y Marquesado, cuyo perfil de progresista y liberador de los esclavos afro-peruanos a quienes consideró como ciudadanos del país, lo catapultó como “el libertador del negro, el redentor del indio y precursor de la libertad de prensa”.
El liderazgo de este prohombre peruano, traspasó sin límites sus fronteras. Tuvo una visión política americanista, inspirada en la unidad y sentimientos de los países del continente, y su voz de trueno se escuchó cuando envía a todos los gobiernos de América su protesta por la anexión de Santo Domingo a España, proponiendo “un acuerdo entre las Repúblicas hispano-americanas tendente a garantizar la independencia de estos países y a impedir la implementación de una nacionalidad extraña en América”.
La circular que envió el presidente Castilla Marquesado a todos los pueblos de América por intermedio del Dr. José Fabio Melgar Valdivieso, para entonces Ministro de Relaciones Exteriores, proponía “una alianza defensiva para rechazar la reconquista en el caso de que se pretenda, cualquier que sea el nombre con que se disfrace y la Potencia que acometa realizarla”. Es este, sin ninguna duda, un documento histórico de tal trascendencia, que a nuestro juicio, merece su divulgación y estudio por las nuevas generaciones de dominicanos.
El Presidente Castilla en esa circular enfatiza que “la apropiación de Santo Domingo por la corona de España, no ha sido tampoco, por el modo como se ha verificado, uno de aquellos actos que revelen las tristes veleidades e inconsecuencias que suelen afligir a los pueblos. Ha sido mas bien una alta traición, un crimen de lesa Patria del mandatario a quien el pueblo dominicano confiara sus destinos, para que lo gobernase conforme a una constitución republicana, pero a quien nunca revistió de poder bastante para cambiar su condición de nación libre por la de colonia de un Monarca extranjero”.
Su espíritu de demócrata se resalta cuando señala que “en virtud de este golpe de Estado, si puede merecer este nombre, se volvió a levantar el estandarte de Castilla en el sitio donde hacía cuatro siglos se plantó por primera vez en el hemisferio de Colon y en donde estaba ya legítimamente sustituido con una bandera nacional”.
La visión americanista del Presidente Castilla se eleva cuando afirma que “al atacarse la independencia de cualquiera de estas naciones, se hiere a la vez a las demás, no solo porque levantando la misma bandera y aliadas en los motivos y en el objeto, lucharon por sacudir el yugo del coloniaje, sino también porque al desconocerse la existencia legal de una República americana que antes fue colonia, se desconoce virtualmente el derecho de soberanía de las demás. El Perú no reconoce, en consecuencia, la legitimidad de este acto; protesta solemnemente contra él, y condena las intenciones dañadas que autoriza a suponer en el Gabinete de Madrid hacia la América Republicana”.
Hemos querido hoy rememorar la solidaridad del gobierno y pueblo peruano, entendiendo que gestos de esta naturaleza obliga a ciudadanos y a las autoridades pertinentes, levantar la bandera de gratitud con un pueblo y presidente que en aquellos momentos aciagos de la patria, estuvieron de nuestro lado, y que ciento sesenta y un año después (30/10/1861) imponen que este documento histórico sea íntegramente conocido y por demás honrar al presidente americanista del Perú Ramón Castilla y Marquesado. ¡Honrar, honra!