Integró más de cien mil voluntarios, visitó unas tres millones de viviendas llevando un discurso sobre los irresistibles alquileres, bajos salarios, las condiciones de una ciudad cosmopolita que ya no es para todos. Y sin plata.
Este fue el andamiaje estratégico discursivo sobre el cual se desarrolló la campaña política del alcalde que nadie esperaba, Zoharan Mamdani, quien dobló el pulso a una veintena de multimillonarios que gastaron más de 22 millones de dólares para frenar su candidatura.
En enero, nadie lo conocía. No salía en las encuestas, no tenía grandes donantes ni una maquinaria mercadológica detrás. Diez meses después, pasó del 0% al 50% de apoyo. Y ganó unas elecciones a un grupo de no cualquieras encabezados por el exalcalde Michael Bloomerang, el cofundador de Airbnb Joe Gebbia, el heredero de la marca cosmética Ronald Lauder, el cofundador de Netflix Reed Hastings y el gestor de fondos Bill Ackman.
¿Cómo se logró eso en una ciudad tan compleja, competitiva y costosa como Nueva York?
Su lema no era una promesa vacía, preconcebida por estrategas electorales. Era casi un clamor: "No se puede vivir en Nueva York".
Y lo decía junto a la gente que lo vive cada día inquilinos, trabajadores, familias, no desde un pedestal burocrático ni desde un eslogan publicitario. Sino “face to face”, con la mirada sembrada en los ojos de estos.
No usó las redes sociales para procurar vídeos virales en base a escándalos, sino para comunicar ideas, conectar y organizar a sus seguidores. Así conectó con miles de jóvenes, conquistó su apoyo.
Es decir, organizó una campaña desde abajo, con el corazón como las de antes, pero con el cerebro y la tecnología de ahora.
Mamdani entró en política de la mano de Bernie Sanders, cuando éste vio que su campaña por la sanidad pública despertaba entusiasmo entre miles de personas.
La debilidad de sus contrincantes también jugó su papel. Por un lado, Andrew Cuomo, el exgobernador investigado por corrupción y que tuvo que dimitir en 2020 tras más de una decena de denuncias por acoso sexual. Por otro, Curtis Sliwa, locutor de radio y fundador un grupo de patrulla ciudadana que actúa al margen de la ley.
Frente a ellos, el nuevo alcalde ofrecía un mensaje directo, sin adornos ni escándalos, centrado en necesidades y demandas reales.
Con su triunfo no solo ha conquistado la alcaldía: ha demostrado que en una ciudad dominada por el dinero, bañarse de pueblo también puede garantizar el éxito.