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La gran deuda del trasplante en RD: sin una cultura de donación, no hay órganos

Yamer Javier Por Yamer Javier
info-TRASPLANTE DE ORGANOS

Santo Domingo.-En República Dominicana, más de 5,000 personas viven conectadas a una máquina de diálisis a la espera de un trasplante renal.

Sin embargo, menos del 2 % logra acceder cada año a este procedimiento que les permitiría recuperar parte de su vida.

El problema no es sólo médico ni financiero: el mayor obstáculo está en la falta de una verdadera cultura de donación de órganos.

A pesar de que 2024 ha sido catalogado como un “año récord” en materia de trasplantes renales, con 102 procedimientos realizados, la cifra sigue estando muy por debajo de las necesidades reales.

Así lo afirmó el doctor José Juan Castillos Almonte, director del Instituto Nacional de Coordinación de Trasplantes (INCORT), al concluir el acto de juramentación del Comité Hospitalario de Trasplante en los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (Cedimat).

“El año pasado fue récord en trasplantes renales, pero esos números son difíciles de aumentar si no se fortalece la conciencia ciudadana sobre la importancia de donar”, declaró el especialista.

Un reto más cultural
La limitación no está en la capacidad técnica del país para realizar los procedimientos, ni tampoco en la voluntad de los profesionales del sistema de salud.

El mayor escollo es cultural: la gran mayoría de los dominicanos, al morir un familiar, se niegan a autorizar la donación de órganos.

Esto ocurre, según Castillos, por desconocimiento, por la permanencia de mitos y por interpretaciones religiosas equivocadas.

Actualmente, hay alrededor de 450 pacientes registrados en lista de espera para un trasplante renal, pero ese número debería ser mucho mayor, considerando que hay más de 5,000 personas en condición de insuficiencia renal crónica terminal. La lista es dinámica: algunos pacientes salen de ella por recibir el trasplante, por deterioro de su estado de salud, por fallecimiento o por mudanza. Aun así, la brecha entre la necesidad y la oferta sigue siendo dramática.

Para satisfacer la demanda real, el país debería realizar entre 200 y 300 trasplantes renales por año, pero alcanzar esa meta parece lejano mientras prevalezca una cultura reacia a la donación post mortem.

Salvar varias vidas
La donación de órganos puede ocurrir en vida (como en el caso del trasplante de riñón entre familiares) o tras la muerte cerebral de una persona. Es en este último escenario donde se presenta el mayor conflicto ético, emocional y social.

“Cuando se declara una muerte encefálica, hay una ventana de tiempo para salvar vidas. Pero si la familia no autoriza la donación, esa oportunidad se pierde. Lamentablemente, la mayoría dice que no”, expresó.

Esa negativa, en muchos casos, responde a miedos infundados, falta de información o creencias como que la donación impide un “descanso en paz” o que afecta el cuerpo en el funeral. La realidad médica y ética es otra: donar órganos puede salvar hasta ocho vidas y mejorar muchas más.

Para cambiar esta mentalidad, el INCORT ha iniciado alianzas estratégicas con instituciones como la Asociación Dominicana de Radiodifusoras (Adora), con la que busca impulsar mensajes que estimulen la donación voluntaria. Otra es la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), con la que trabaja un proyecto para incorporar la educación sobre donación de órganos en las escuelas.

“La idea es que los estudiantes de tercero y cuarto de bachillerato comprendan la importancia de la donación, de modo que cuando lleguen a la adultez ya conozcan el esquema y lo vean como un acto natural de solidaridad”, explicó Castillos.

Este tipo de formación temprana ha sido clave en países con altos niveles de donación, como España y Uruguay. Allí, el hecho de donar órganos forma parte de la educación ciudadana, y la negativa familiar es mucho menor. El trasplante no es una cura, pero sí una nueva oportunidad.

El trasplante renal no es una cura definitiva, pero sí una forma de devolver al paciente una vida mucho más digna que la que ofrece la diálisis. “Con un trasplante, el paciente puede reincorporarse a su vida social, familiar y productiva. Es un tratamiento superior en calidad de vida y en resultados”, enfatizó.

Sin embargo, la baja tasa de donación impide que este tratamiento esté disponible para la mayoría de los que lo necesitan.

Trasplantes sólo en la Plaza de la Salud

Cobertura. En cuanto al trasplante de hígado, el panorama es aún más limitado. Sólo se realiza en el Hospital General de la Plaza de la Salud, lo que reduce considerablemente la cobertura nacional de este tipo de procedimientos.

La baja disponibilidad de donantes fallecidos también afecta de forma directa esta modalidad de trasplante, que requiere una logística más compleja y condiciones clínicas específicas.

Si bien existen desafíos estructurales en el sistema de salud para realizar trasplantes con mayor regularidad, es evidente que el principal reto está en la “conciencia colectiva”.

Mientras no se normalice la conversación sobre la donación de órganos y no se erradiquen los mitos que la rodean, cientos de dominicanos seguirán muriendo en listas de espera, sin acceso a una segunda oportunidad.

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Yamer Javier

Periodista especializada en la fuente de salud. Máster en Comunicación Estratégica y Relaciones Públicas,

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