
La fauna política dominicana nos regala, elección tras elección, un espectáculo de lealtades de goma elástica.
Pero si hay un quinteto que se lleva la medalla de oro en la disciplina olímpica del "Cambio de Chaqueta con Pirueta, Aterrizaje en el Presupuesto y con Botón de Pánico para el Transporte", son ellos: Luis "El Gallo" Acosta Moreta, el general (r) Radhamés Zorrilla Ozuna, el eterno aspirante a todo Francisco Peña, el indispensable Luis "El Gallo" (por si se nos pierde el primero), y el conductor estrella, Antonio Marte.
Estos líderes, más que figuras políticas, son marcas registradas en el arte de la 'Pica y la Alianza Táctica', demostrando que, en el país, el poder se ejerce tanto en las urnas como en las guaguas.
Luis "El Gallo": La Polla de Todos los Caldos
Comencemos con Luis "El Gallo" Acosta Moreta. Si la lealtad fuera un plato, "El Gallo" solo come el que le sirvan en la mesa del poder. Él no tiene ideología, tiene ubicación presupuestaria. Su partido, la UDC, es menos una organización política y más una franquicia de apoyo logístico a quien esté en el Palacio Nacional.
Su lema no oficial debería ser: "Voto con quien gane, gane quien gane." Ha apoyado a presidentes de todos los colores, demostrando que, en política dominicana, la diversidad no está en las propuestas, sino en la variedad de siglas que se pueden juntar para alcanzar el 1% necesario. Cuando él habla de la "lucha por los partidos emergentes", en realidad se refiere a la lucha por emerger siempre al lado del cheque del gobierno.
General Zorrilla Ozuna: El Gurú de la Paciencia Aliada
Luego tenemos al general retirado Radhamés Zorrilla Ozuna, presidente del Partido Cívico Renovador (PCR). El general es el epítome del aliado estratégico y paciente. Su rol parece ser el de un mentor zen para los políticos hambrientos de cargos.
Él se alía, espera, le juran un puesto, a veces le dan el puesto, y si no se lo dan, el general da ruedas de prensa llamando a sus huestes a tener "fe y paciencia". La paciencia, en este contexto, es la capacidad de esperar a que la piñata gubernamental se abra lo suficiente para que caiga un jugoso nombramiento. Su militancia no es de seguidores, es de aspirantes con turno.
Francisco Peña: El Alcalde que no Cesa
Francisco Peña, la figura que se ríe de las leyes de la física electoral. Ha sido alcalde de Santo Domingo Oeste tantas veces que su nombre debería ser una categoría en los formularios del censo. El rumor dice que, si lo dejas solo cinco minutos en un ayuntamiento, se autoproclama Alcalde "Post-Mortem y Post-Contencioso" solo por si acaso.
Peña es una fuerza de la naturaleza, un recordatorio de que en la política criolla no importa el mensaje, sino el 'muñequito' y la energía incansable. Su campaña no termina cuando votamos, termina cuando se le agota el aire en el último spot radial. Él no busca un cargo; él ES el cargo que otros terminan administrando por accidente.
Antonio Marte: El Senador de los Cuatro Ruedas
Antonio Marte es el elemento que le da movilidad a esta alianza. Él no es solo un senador o un político; es el CEO de la Alianza Transportista Nacional. Su movimiento político es menos un partido y más una concesión estatal con derecho a voto.
Marte es el ejemplo perfecto de cómo el sindicalismo de las guaguas evoluciona para convertirse en la pieza de presión definitiva en el Congreso. Su verdadera propuesta no es legislativa; es logística. Se sabe que, si Marte se molesta, la mitad del país tiene que llegar caminando al trabajo. Su lema, si fuera honesto, sería: "Yo te apoyo, y mañana no hay concho."
Su presencia en el Senado garantiza que cualquier debate sobre el transporte se trate con la misma seriedad con la que un chofer se toma un café antes de arrancar. Es la prueba de que, en este país, el motor de la política es literalmente un motor de combustión interna subsidiado.
La Conclusión: La Escuela del Goyo
Estos tres (o cuatro, por el doble "Gallo") no son políticos; son Académicos de la Alianza Menor, maestros en la ciencia de rentabilizar una sigla minúscula para lograr un cargo mayúsculo. Son el ejemplo de que, en la política dominicana, lo que importa no es el qué, sino el con quién y, sobre todo, el por cuánto.
Su verdadero legado no es una ley o una obra, sino la enseñanza de la 'Escuela del Goyo': un pequeño porcentaje de votos, bien negociado, siempre valdrá más que una tonelada de principios. Y por eso, seguirán volando de partido en partido, mientras nosotros, los votantes, solo podemos reír… o llorar… con esta eterna comedia dominicana.
Nota, el escrito se corresponde a una sátira con IA, que no busca dañar honnras personales.