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La generación del sesenta

Unas reflexiones. Se denomina comúnmente Generación del Sesenta, a aquella promoción de luchadores revolucionarios iniciada en las luchas políticas a principio de la década de los años sesenta, bajo el liderazgo de Minerva Mirabal y Manolo Tavárez.

Ellos, hombres y mujeres, tienen el mérito de haberse rebelado cuando la rebelión parecía imposible. Eran jóvenes hechos del mismo material que producía la tiranía de Trujillo.

Educados para obedecer y guardar silencio, en el miedo, la sumisión y la obediencia, al “Jefe”, al gobierno, a la majestad incuestionable de la iglesia, convertida en una aliada sumisa de la tiranía. Esa colaboración entre la autoridad política y la religiosa tuvo una consigna: “Dios y Trujillo”. Así eran las cosas.

Bajo el estímulo de determinados acontecimientos internacionales, principalmente del triunfo de la revolución cubana, cuando parecía que la capacidad de reacción y la rebeldía se habían perdido, entonces, desde las tinieblas del silencio y el terror, surgieron los que le devolvieron la vida a la resistencia.

Los que organizaron el Movimiento Revolucionario Clandestino Catorce de Junio, pasaron la prueba del tormento y el martirio de las cárceles de la tiranía, los mismos que, a la muerte de Trujillo salieron a la lucha pública y desde entonces, estuvieron presentes en los principales acontecimientos históricos del país.

Sus aportes son innegables y resultaría largo detallarlos. Sin embargo, pese a sus luchas heroicas y sus aportes, los anhelos y objetivos que ellos perseguían no pudieron convertirse en realidad y ni siquiera el movimiento que mejor lo representó, el 1J4, pudieron ellos mantenerlo y sucumbió en sus manos.

Las causas de esas fallas merecen analizarse críticamente, para sacar lecciones y enseñanzas. Aun así, la causa patriótica y democrática, las conquistas más importantes obtenidas hasta el presente, le deben mucho a esa Generación del Sesenta.

Entonces, no se trata de una generación de fracasados, ni mucho menos.
El tiempo, que a todos nos somete a la obediencia, y otros avatares, ha determinado que de aquellos queden apenas algunos exponentes, ya cargados de años y experiencias.

Otros jóvenes han ido entrando al escenario, sobre ellos recae el pesado desafío en estos tiempos tan difíciles, de completar la tarea que la vieja generación deja inconclusa y, muy especialmente, ejercer la política con los valores éticos, el desinterés, el patriotismo y otros valores que adornaron a los líderes que señalaron y siguen señalando el camino hacia la liberación definitiva aún pendiente. Si lo hacen suya será la gloria.

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Rafael Chaljub Mejía

Columnista de El Día. Dirigente político y escritor.

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