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La fragilidad de la economía

El panorama de la economia global luce bastante sombrío, fruto de que predomina una desigualdad que se profundiza, al reconocer que hay cerca de 186 millones de personas que a escala global están buscando trabajo y no lo logran, pero de 28 millones de personas en América latina, conforme con la OIT, al cierre del 2024. Tal situación se ha profundizado a partir de un horizonte laboral que se ha deteriorado con la fragilidad y tensiones por la que atraviesa el mundo y la economía, en particular, con la nueva política arancelaria.

El mayor riesgo que enfrenta la región de América latina está dado por el pobre desempeño económico de cara al 2026, con un aumento moderado en el desempleo de 4.7% y un deterioro abrupto de las condiciones financieras para las economías emergentes, pues se trata de que los mercados emergentes evidenciaron un malestar significativo fruto de una disminución en los flujos de financiamiento externo, pero a su vez, que aumentaron los niveles de riesgo soberano y se depreciaron sus monedas, en relación con el dólar. La realidad de la región de América latina es que se ha entrado en una situación de hipersensibilidad económica, social y política que incuba una implosión conjunta sin precedentes en la actual coyuntura.

Hay que poner de relieve que las tensiones económicas y políticas actuales solo conducen a un futuro incierto, que tiende a empeorar en la medida que los indicadores de la democracia se deterioran, fruto de que se incurre en violaciones a las normas constitucionales y a la seguridad jurídica. Por tales razones, en la actualidad se asiste a un panorama económico y político rodeado de fragilidad que está perturbando la cohabitación, convirtiendo al mundo en un espacio de alta vulnerabilidad explosiva, en la cual los gobiernos han reducido los espacios fiscales, monetarios y la asistencia social.

Para comprender la gobernabilidad, a plenitud, se debe entender que una democracia es tal, cuando esta es apoyada por la mayoría del soberano, no por grupos gobernantes o corporativos, ya que cuando estos se consideran mayoría, eso se tipifica como coerción y autoritarismo. Pero resulta que la gobernabilidad reside en la capacidad de los Estados y los gobiernos democráticos para aprobar, poner en práctica y mantener decisiones necesarias para resolver los problemas sociales de un país, no para imponer reformas por caprichos e imaginaciones de voluntades particulares, lo que al final se construye es una estructura de corrupción capaz de deteriorar y debilitar al propio Estado.

En tal contexto, la falta de credibilidad en los gobernantes y la desconfianza de la ciudadanía en las instituciones, inhabilitan al régimen político y debilitan su capacidad para la gobernabilidad, lo que se traduce en una reducción de los espacios democráticos. Por igual, cuando la violencia, la crisis económica y el deterioro social afectan a amplios sectores sociales, el malestar ante la política aumenta, y surge la posibilidad de desbordes impetuosos, lo que, a su vez, coloca la gobernabilidad y a la economia en una situación de riesgos mayúsculos, por su fragilidad.

Se entiende que las políticas de Estado y los pactos entre las fuerzas sociales y políticas deben permitir que la gobernabilidad y la competencia por el Poder dejen de ser inconciliables. Pero es que resulta inaceptable la posibilidad de éxitos en la atención de los problemas de la pobreza, el deterioro social y la inseguridad, si no está blindada la gobernabilidad ya que no se resuelve el malestar de raíz, y para que esto sea posible se requiere la existencia de partidos y Estados fuertes, pues ambos son la plataforma sobre la cual se cimenta la democracia y, por ende, de la buena gobernanza.

En el caso de América latina, las evidencias empíricas han demostrado que impulsar los formatos de gobernanza con criterios corporativos ha resultado una total frustración ya que para lograr políticas públicas más efectivas, eficientes y democráticas se requiere desvincular las alianzas comerciales del Estado. La gobernabilidad política económica y social ha de ser continúa, la cual no se logra con la elaboracion de informes simples, manipulados y carente de objetividad, que más bien lo que expresan es el ocultamiento de un escenario turbulento como muestra de que prevalece una economía de mucha fragilidad y que se evidencia con los eventos geopolíticos más recientes.

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Daris Javier Cuevas

Economista-Abogado Máster y Doctorado en economía Catedrático de la UASD

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