Santo Domingo.-La crisis eléctrica dominicana se ha caracterizado por la ausencia de inversión oportuna en generación, la cultura del “no pago”, y la incapacidad de los últimos 20 gobiernos de cumplir los planes de expansión del sector.
Desde el encendido del primer bombillo en República Dominicana ha habido déficit de generación, electrificación y transmisión.
“Lo que ha sucedido con la electricidad es contra la racionalidad, por la poca visibilidad a nivel político de los efectos que tiene la inversión en la infraestructura de distribución, generación y transmisión”, apuntó el asesor en materia eléctrica Frederich Bergés.
Como él varios actores narraron, desde su experiencia y punto de vista, los últimos 60 años del sector y concluyeron que la falta de cumplimiento de los planes ha sido el error.
Orígen del sector
Los orígenes del sector se remontan al año 1896, cuando se instaló la primera generadora de electricidad del país a orillas del Río Ozama, a un costo de US$24,000.
Esta sólo daba para alumbrar 670 lámparas de diferentes capacidades para áreas públicas y algunos hogares.
A partir de esa fecha, el servicio comenzó a expandirse por iniciativas privadas, hasta que en 1928 inició el proceso de interconexión el sistema eléctrico nacional, luego de que el presidente Horacio Vásquez permitiera a la empresa Stone & Wester la creación de la Compañía Eléctrica de Santo Domingo; que instaló plantas eléctricas, redes de distribución y transmisión.
Así lo relata el vicepresidente de la Asociación Dominicana de Industrias Eléctricas (ADIE), Milton Morrison, en su libro “Confusiones, Intereses y Debates: La realidad Eléctrica Dominicana”.
Expansión del sector
La Stone & Wester era muy estricta en su operación y sólo invertía en las zonas rentables y cercanas a los centros de distribución comercial.
De esa forma, el 90% del país quedaba sin electricidad y la mayoría de sus estructuras se concentraban en Puerto Plata, Santiago, Azua, Barahona, San Cristóbal, Santo Domingo, San Pedro y La Romana.
Por eso los pueblos del interior comenzaron a presionar para que le llevaran energía, y siendo presidente el general Rafael Leonidas Trujillo resolvió esa situación financiando pequeñas plantas eléctricas para que los ayuntamientos dieran luz algunas horas en la noche, según contó el economista Edwin Croes, ex asesor de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE).
“Cuando llegaron a más de 300 plantas el consumo de combustible subió y se requería de una política comercial que los ayuntamientos no hacían”, citó.
Estatización
Croes narró que para 1954 la situación se tornaba tan difícil que Trujillo encontró más factible comprar la Compañía Eléctrica de Santo Domingo para deshacerse de todas esas plantas y electrificar el país.
El 16 de enero de 1955 se traspasó esa empresa privada al sector público, por un costo de US$13.2 millones y pasó a llamarse Corporación Dominicana de Electricidad (CDE).
Esa operación fue considerada por Julio Ortega Tous, exdirector de Planificación, como muy positiva, debido a que el Estado unificó todo el sector eléctrico bajo un esquema en el que un sólo ente nacional público producía, comercializaba, transportaba y distribuía la energía.
Inicio del “no pago”
La cultura del “no pago” del servicio la inició el dictador al conmemorar el 25 aniversario de su gobierno. Morrison, relata que “el Generalisimo” emitió el decreto 792 en el que estableció una tarifa fija y una factura mensual mínima de energía para permitir que cualquier familia pudiese disfrutar del servicio. Pero exoneró del pago a muchos.
Expansión
José Luis Moreno San Juan, exdirector del Instituto de Energía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), y el asesor Edwin Croes contaron que la CDE ya estatizada diseñó un plan de expansión denominado Plan Trujillo de Electrificación Total de la República.
Ese primer plan fue concebido a 10 años e incluía instalar seis centrales eléctricas por un total de 110 megas, pero sólo se cumplió en 58.4%.
“A partir de ahí se diseñaron otros cuatro planes de expansión con el objetivo de instalar varias centrales, pero ninguno de ellos se cumplió en más de un 60%”, afirmaron varios especialistas.
La intención en conjunto de esos planes era instalar 2,537 megavatios, pero sólo dejaron 1,044 megas. Ese déficit condujo a la primera gran crisis del sistema, en los años 80, donde había prolongados apagones.
Para subsanar ese déficit se establecieron los primeros Productores Privados Independientes (IPP) y tras ello se comenzó a pensar en la capitalización .