Argentina atraviesa por una calamidad económica cimentada en el populismo peronista, pero que desde 2003 tiene apellido Kirchner.
El populismo económico destruyó el aparato productivo argentino y se tragó sus riquezas económicas a tal punto de que ese país hoy cuenta con la tasa de inflación más alta de América, una pobreza del 35.5 por ciento de la población y cuando se mide la indigencia es de 9.3 por ciento.
El populismo peronista parió una dictadura militar que se sustentaba en la promesa de detener la calamidad económica, la reedición del peronismo moderno, encarnado en Carlos Menén, parió uno de las más impresionantes inestabilidades políticas y económicas vistas en el Continente.
Ahora la pregunta ¿qué habrá parido el populismo de los Krichner? Esperamos que esta tercera sea la vencida y que a Argentina le vengan los tiempos mejores que se merece.
El pueblo argentino hizo una arriesgada apuesta con Javier Milei, quien se autoproclama un economista libertario predicante de un liberalismo económico extremo. Ha planteado una política económica de shock para contrarrestar la hecatombe económica a la que el populismo de los Kirchner llevó a ese país.
Ya Mauricio Macri intentó tomar los correctivos, pero definitivamente, la sociedad argentina no estaba preparada para tomar la medicina indicada para su crónico padecimiento.
Milei tendrá que tomar medidas mucho más radicales que las que intentó Macri porque el cáncer ha avanzado más, pero habría que ver si la población está dispuesta a recibir esa quimioterapia económica.
El nuevo presidente argentino llega al poder sin apoyo del Congreso, visto con recelo por el sector empresarial, conflictuado con los medios de comunicación y otros sectores sociales de su país, aunque con un fuerte respaldo expresado en las urnas.
Los próximos meses mostrarán si Argentina inicia una era de reconstrucción estructural o si solamente será una postergación de su largo padecimiento.