Una de las ventajas que disciplinas como el Derecho, la Medicina y la Ingeniería Civil, por mencionar algunas de ellas, tienen sobre la Economía, la Sociología y otras Ciencias Sociales, es que el campo de sus saberes está bien definido en el imaginario de la gente. No obstante, cuando revisamos los periódicos y los demás medios de comunicación escritos, radiales y digitales, están inundados de informaciones y conceptos de índoles económicas y sociales.
La Economía moderna se constituyó como disciplina autónoma en el siglo XVIII y concretamente con la publicación, en 1776, de la obra de Adam Smith “Una investigación sobre la riqueza de las naciones”. No obstante, pensadores anteriores ya habían reflexionado sobre la gestión de los bienes y servicios en las sociedades y habían abordado las cuestiones que iban surgiendo como problemas morales o de filosofía política.
Actualmente, el mundo parece estar sumido en una gran crisis económica y social, sin respuestas por los llamados a orientar y formular políticas públicas económicas que somos los economistas. Pese a lo importante y fundamental que resulta la economía en muchas de las cuestiones que nos afectan directamente, esta disciplina suele ser vista como compleja, esotérica y con cierto nivel de desconfianza por una parte del ciudadano común y corriente.
Pueden ser varias las razones por la cual la gente podría pensar eso de la economía. Sin embargo, en parte, la corriente dominante de la economía ha contribuido a generar esta cultura de mover a esta disciplina a un mundo de leyes exactas en el que las recetas son unívocas. La realidad actual se ha tornado demasiada compleja y la Economía como ciencia ha adquirido una enorme diversidad, provocando así una mayor diversificación en los saberes de los economistas.
No podemos olvidar que la Economía siempre fue vista como “economía política” y surgió como una rama de la filosofía política. Sin embargo, quienes la estudiaban no tardaron en convencerse de la necesidad de diferenciarla como disciplina en sí misma y empezaron a llamarla “ciencia economía” y posteriormente, el término se abrevió y popularizó en forma de “economía’.
Desde una perspectiva local y con fines didácticos, los economistas debemos de traducir y comunicar lo mejor posible los conceptos económicos, para que la gente común, y en particular aquellos que podrían estar pensando estudiar Economía se empoderen de ella. Al fin y al cabo, la economía es un producto humano, depende de la conducta racional o irracional de la gente que interviene, por lo que ella se parece más a la Psicología, la Sociología o la política que a las ciencias formales.