La economía hacia el 2024, sus riesgos

La economía hacia el 2024, sus riesgos

La economía hacia el 2024, sus riesgos

Daris Javier Cuevas es economista y académico.

El año 2024 comienza con múltiples interrogantes acerca de cómo será el desempeño de la actividad económica a escala global, en particular, la incertidumbre sobre el crecimiento económico, la inflación y las tasas de interés. Y es que la economía global transita por una fase de enfriamiento que se manifiesta en un anémico crecimiento de 2,1%, de acuerdo a las cifras preliminar que ya se han calculado.

Al iniciar un 2024 lleno de múltiples riesgos, la incertidumbre aumenta en virtud de que los gigantes de la economía global ya presentan graves señales de desaceleración que permiten interpretar el advenimiento de una etapa difícil.  Tan solo ver los pronósticos de que anticipan un escenario donde la economía de USA alcanzaría un frágil crecimiento de 1,5% y Japón crecería por el orden de 1% es motivo de desasosiego.

A escala planetaria, el crecimiento de la economia o PIB continuará con una estrepitosa disminución hacia el 2024, según todas las estimaciones, sin que se perfilen signos alentadores que promuevan un repunte en el corto plazo. Por tal razón, lo único que se prevé es que, en el mejor de los escenarios, la economia mantenga el mismo crecimiento alcanzado en el 2023, implicando esto el estancamiento que es la única velocidad que podrá exhibir la economia.

Al observar la dinámica que ha venido registrando la economía global en la etapa postpandemia, a leguas las imágenes que se vislumbran es que el crecimiento del PIB global incrementará su dependencia en una alta proporción del crecimiento que pueda registrarse en las economías asiáticas.  En adición, se trata de un crecimiento económico que en un 42,3% se concentra en Indonesia, China y la India, lo que llama poderosamente la atención ya que son economía donde no se exhibe  un sistema financiero de alta incidencia en la economía global, lo cual es la base fundamental de las grandes economía.

Preocupa que la economía global continúe en una fase muy frágil en su crecimiento y una inflación elevada que ha destruido los presupuestos de los hogares familiares. Mientras que en muchos países los burócratas tratan de menospreciar los efectos de los precios mostrando una velocidad de crecimiento de la inflación como trofeo de disminución del flagelo inflacionario.

El horizonte de la economía de América latina aparenta tornarse muy perturbado y vulnerable fruto de que la economía Norteamérica entra al 2024 con grandes probabilidades de caer en una fase de desaceleración con debilidad en su crecimiento. Las expectativas es que en el primer semestre la economía de USA estará influenciada de la incertidumbre y riesgos impulsados por el incremento de su deuda pública y su costo, los compromisos financieros de los consumidores y lo más grave es el impacto de los persistentes conflictos bélicos, así como las interminables tensiones comerciales que estarán presentes en este 2024.

Es en ese contexto de nubarrones grises que ha transitado la economía dominicana en los últimos tres años, cuya mayor adversidad ha sido el entorno internacional tan desfavorable para la economía global. Como evidencia irrefutable de esas adversidades es un anémico crecimiento de 2.5%, la persistencia de los elevados niveles de precios, el sobrendeudamiento público y el déficit fiscal fruto de la indisciplina con que se ha venido manejando las finanzas públicas.

Si bien es cierto que el endurecimiento de la política monetaria ha desacelerado moderadamente la velocidad de crecimiento de la inflación, no menos cierto es que la inflación acumulada ha estrangulado el presupuesto de los consumidores a niveles tal que ya hasta la compra de alimentos se está haciendo con financiamientos, mientras que una franja significativa de la economía transita por los canales de la informalidad en un nivel que supera el 60% y muy significativamente el empleo informal que de ahí se deriva.

No es una buena señal de desempeño el hecho de que una economía dependa en una alta proporción de las remesas familiares ya que el crecimiento de esta no es fruto de la actividad económica local, peor aún, es una expresión del exilio económico de una gran cantidad de ciudadanos que no encontraron oportunidades en su país. Ya entrado al 2024, la economía dominicana ingresa con espacios fiscales muy estrechos y un endeudamiento inexplicable, la inversión pública literalmente paralizada y una política social con resultados desastrosos si se pondera la situación de la educación y la salud.

El primer semestre del 2024 será una etapa de tensiones, incertidumbre y sobresalto para la economía dominicana por la alta incidencia del proceso electoral que generará una explosión en el gasto publico con unas finanzas publicas sometida a la precariedad y continuaran las emisiones de deudas soberanas para cubrir el faltante financieros. Desde el gobierno se tomarán medidas precipitadas con el objetivo expreso de procurar dividendos electorales en base a una campaña publicitaria de altos costos que desgarran los fondos públicos, situación que incrementará la desconfianza hacia el gobierno, las instituciones públicas y contrae la inversión privada

 

 

 



Daris Javier Cuevas

Economista-Abogado Máster y Doctorado en economía Catedrático de la UASD