La economía europea

La economía europea

La economía europea

Frederich E. Bergés

Hoy se escribe esta columna desde el corazón de Europa donde circunstancialmente me encuentro. Ello me ha permitido en los últimos días una actualización del desempeño económico de la región y poder palpar el sentimiento hacia el futuro inmediato que se percibe en esta parte del mundo.

En el corto plazo, salvo el acuciante problema de las inmigraciones, donde se observan dos actitudes muy marcadas: la xenofobia, de quienes temen que el influjo humano continuo habrá de desnaturalizar sus sociedades, y los que denominaré humanistas, que abogan por un mundo global, la solidaridad y la necesidad de una renovación social, no hay mayores temores.

Sin embargo, estos dos extremos están movilizando las fuerzas políticas, observando un auge cada vez mayor de los partidos denominados nacionalistas y una insatisfacción creciente de las juventudes.

Países como Austria, Italia, Alemania y España, para solo citar algunos ejemplos, enfrentan cambios en sus perfiles políticos, donde inclusive se observa en la prensa una clara confrontación entre las poblaciones rurales y metropolitanas, en disputa por su visión del futuro europeo.

Lo que no está en duda son las inquietudes con respecto a los efectos que tendrán sobre sus economías los temas del conflicto comercial entre China y los Estados Unidos de Norteamérica, al igual que el brexit (salida de la Unión Europea) y las controversias sobre Irán.

Se teme que estos eventos tendrán impactos negativos sobre el futuro crecimiento económico de los países miembros de la Unión Europea.

Por ello, desde ya, el Banco Central Europea desvela una agresiva política expansiva, procurando contrarrestar los efectos nocivos sobre el crecimiento económico.

Así mismo, las tensiones en el Medio Oriente reciben mucho más importancia en esta parte del mundo que en el que nosotros vivimos.

Más que nada se teme que la continua inestabilidad contribuya a nuevos escalamientos en los precios de los hidrocarburos, que sería otro golpe en contra del crecimiento económico futuro de Europa.

A pesar de estas nubes grises, la madurez y confianza ciudadana observadas nos hacen pensar que solo serán desafíos y que el Viejo Continente sorteará estos nuevos retos con renovados bríos y visión de futuro.



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