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La doxa, el relativismo, el COD y el fracaso

La doxa y el relativismo son dos conceptos que en la República Dominicana deberían acuñarse casi como dominicanismos, perdonando, por supuesto, la exageración.

El filósofo griego Parménides usó el concepto de doxa para distinguir la opinión de aquellas cosas con aproximación a la verdad y que tuvieran vinculadas al conocimiento. También, indirectamente, alude al mismo Platón en su “Alegoría (mito) de la caverna”.

La intención no es escribir acerca del mundo griego, sino del dominicano; y lo hago a propósito de que en el país nos encanta opinar de todo, pero muchas veces sin fundamento y acomodándolo a nuestros intereses. Lo anterior coloca a la doxa y el relativismo como hermanos siameses de una parte considerable de la sociedad dominicana, cuyo nivel se ubica en ocho años de una cuestionable escolaridad.

Hecho este preámbulo, con ribete filosófico, intentaré, en las próximas líneas, conectar con el fracaso que tendrá la República Dominicana en los Juegos Olímpicos de Río, cuando esta semana se apague la antorcha en el pebetero; independientemente de si aportan o no medallas los competidores en taekwondo, los únicos que siguen “vivos” en representación de la bandera nacional.

Las excusas las conozco: estamos compitiendo con los mejores del mundo, los gobiernos no aportan los recursos económicos necesarios para nuestros atletas, este es el tiempo de desahogo y que somos una nación en desarrollo y otros países están colocados en el primero, segundo o el tercer lugar del bienestar social.

Ahora viene mi pregunta, ¿dónde estábamos cuando en Pekin y Londres nuestros atletas consiguieron medallas de oro y plata? La respuesta no solo debe buscarse en la gestión de Jaime David Fernández Mirabal como ministro de Deportes, sino, sobre todo, en las autoridades olímpicas, a quienes les corresponde preparar, de la mejor manera, a los atletas que nos representan en los ciclos olímpicos.

Creo que ha llegado el momento de que la sociedad dominicana, que pone sus ojos en las delegaciones deportivas que nos representan en playas extranjeras, comience a observar el papel del Comité Olímpico Dominicano (COD), particularizando en cada una de las federaciones.

Esas entidades, que son organizaciones no gubernamentales, reciben partidas importantes del Presupuesto del Gobierno central.

El auscultamiento habrá de comenzar con el hecho de que en el olimpismo dominicano, la reelección es la regla, no la excepción.

Poca gente dice algo de esa situación, contrario a como sucede si la reelección ocurre a nivel gubernamental.
No se trata de un desahogo por el cuestionable desempeño del país en las olimpíadas de Brasil.

Y que no me vengan a decir que debo ser optimista porque en halterofilia Beatriz Pirón quedó en el cuarto puesto, Luis García ganó su grupo y Yuderkis Contreras obtuvo la sexta posición; que los púgiles Héctor Luis García y Leonel de los Santos fueron víctimas de los jueces, y que Wander Mateo ganó sus primeros dos combates en las competencias de judo.

Los dominicanos y dominicanas debemos opinar menos y hacer más en el deporte y otras esferas. Siempre he creído que tuvo razón el escritor catalán Josep Pla cuando dijo: “Es más fácil opinar que describir, infinitamente más”.

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Luis García

Periodista, catedrático universitario.