El Ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, izquierda, posa para fotografías con el Ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi.
Pekín.- La diplomacia china se anotó dos tantos en el tablero global esta semana con la negociación y firma en Pekín de un acuerdo de unidad entre las facciones palestinas que será fundamental en el escenario posguerra en Gaza y la primera visita de un canciller ucraniano desde el inicio de la invasión rusa.
Los logros -bastante magnificados por la prensa oficial china- se producen además con Estados Unidos mirando hacia casa después de dos semanas convulsas en las que el presidente Joe Biden renunció a la carrera por la Casa Blanca y el candidato republicano, Donald Trump, sufrió un atentado del que salió bien parado y además reforzado en la carrera electoral.
Sin arriesgar, como es característico en la política internacional del país asiático, y jugando en casa, China inició la semana celebrando la entente cordial entre el grupo islamista Hamás, el partido secular Fatah y otra decena de grupos palestinos después de tres días de conversaciones en la capital. “No es una cosa menor.
El acuerdo eleva la visibilidad internacional de China, es un paso más en su política para jugar un papel destacado en los equilibrios regionales y consolida la potencialidad de su mediación”, afirmó a EFE el director del Observatorio de la Política China, Xulio Ríos.
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El analista recordó que el enfrentamiento interno entre las facciones se remontaba a casi dos décadas atrás, con la muerte de Yaser Arafat y apuntó que, al facilitar que estas conversaciones llegaran a buen puerto, “China devuelve la iniciativa a los palestinos y se desmarca de la visión que puedan patrocinar EE. UU., Israel y otros países, incluida la Unión Europea”.
“A estos la iniciativa china los sitúa un poco a contrapié y plantea el problema de reconocer un gobierno palestino que incluya a Hamás”, consideró.
Esta no es la primera vez que China se erige como mediadora en un conflicto de la región- el año pasado, ejerció de intermediaria para que Irán y Arabia Saudí alcanzaran un acuerdo para restablecer sus relaciones diplomáticas.
La consultora Trivium, sin embargo, se muestra escéptica sobre el peso real de Pekín en Oriente Medio y concluye que, cuando se trata de poner toda la carne en el asador para resolver conflictos globales, la diplomacia china sigue siendo alérgica a correr grandes riesgos.
“Como con el acuerdo entre Irán y Arabia Saudí, no está muy claro cuánto esfuerzo ha hecho China a la hora de orquestar esta negociación”, opina Trivium, cuyos analistas creen que proporcionar una sede para el diálogo “permite a China posicionarse como pacificador global sin arriesgar nada”.
El mediador comedido
El otro tanto diplomático de la semana ha sido la visita, aún en curso, del titular ucraniano de Exteriores, Dmitró Kuleba, que no había pasado por China desde el inicio del conflicto pese a que la comunidad internacional considera a Pekín un actor clave para atajarlo dada su ascendencia sobre Rusia.
Kuleba llegó el martes a la ciudad sureña de Cantón, donde al día siguiente se celebró el cara a cara con el jefe de la diplomacia china, Wang Yi, quien le aseguró que su país “seguirá jugando un papel constructivo para (lograr) un alto el fuego y reanudar las negociaciones de paz” al considerar que “la resolución de toda disputa se debe conseguir por medios políticos».
La presencia del ministro ucraniano en China es especialmente relevante dado que Pekín ha recibido desde el inicio de la invasión rusa sobre Ucrania insistentes peticiones para que haga entrar en razón a Moscú, uno de sus más cercanos aliados desde hace dos años.
Para Ríos, la visita es también “un reconocimiento implícito de que la cumbre de Suiza (celebrada en junio pasado y a la que China no asistió) no valió de mucho y de que la visión china se va a tener en cuenta” en este conflicto.
Además, cree que la presencia de Kuleba deja claro que Ucrania pretende involucrar a China en un nuevo intento de negociación, lo cual “realza la utilidad de la posición china de actuar como un observador comedido, que podría ser determinante si la negociación avanza”.