La Conferencia del Episcopado Dominicano puso a circular su mensaje con el título 500 años en defensa de la dignidad humana y toma como punto de apoyo las anteriores plegarias de fray Antón de Montesinos, precursor en la defensa de derechos y predicador de mejores condiciones de justicia en el Nuevo Mundo.
Todo su contenido muestra, con alta sensibilidad, tareas pendientes de nuestra sociedad y de nuestros gobernantes. Es un rosario de compromisos asumidos y respondidos a medias, en el plano económico, social, político y de índole puramente humano.
La labor y los retos que asumió la Iglesia en el pasado, tienen, en el contexto y las preocupaciones de la Conferencia del Episcopado Dominicano, puntos de seguimiento, que plantean con objetividad y con sensibilidad con la intención de que haya solución a viejos reclamos de calidad en los servicios de salud y de educación.
Un clamor que compartimos, igual que la sociedad, es el concerniente a la desigualdad.
La pobreza genera violencia y ésta afecta a todos.
Los obispos ponen el dedo en la llaga. Constituye una verdadera vergüenza que después de décadas con crecimiento económico tengamos los actuales niveles de miseria.
Indudablemente, como plantea el documento de la iglesia Católica, en este estado de incertidumbre, de desigualdad social, pobreza, delincuencia, deficiencia educativa, violencia, impunidad, destrucción y contaminación del ambiente, pérdida de valores e identidad, no puede haber una convivencia humana digna.
Revertir esta realidad es tarea de una sociedad, de un pueblo; y que debe surgir fruto del cultivo de valores, voluntad y madurez cívica.