Ciertamente que, poco a poco, el país avanza. Y también la democracia, con sus imperfecciones, camina hacia su fortaleza institucional.
¿Quién en el pasado reciente o más allá iba a pensar que un alto oficial iba a caer preso? Mucho menos, por corrupción.
Solamente el uniforme de los militares infundía temor. Pero todo ha cambiado y causa mucha sorpresa conocer y apreciar que, no importa los rangos, hay oficiales conducidos ante la Justicia para que respondan por acusaciones de corrupción atribuidas por las autoridades.
Los nombres, también, son muy sonoros y conocidos. Tradicionalmente se pensaba y se creía que el brazo de la Justicia sólo alcanzaba a los “infelices” de los barrios marginados. Nadie pensaría que allegados muy cercanos a un expresidente estarían encarcelados.
Independencia
La autonomía del sistema judicial ha sido bien propugnada por el presidente Luis Abinader, aunque el Ministerio Público es el brazo ejecutor de la política criminal del Estado, la diferencia actual radica en la firmeza en las ejecuciones de los expedientes hasta el momento.
La independencia total podría ser una utopía, pero lo que se espera es que, sin importar estatus, sus brazos lleguen a todo el mundo.