Sería muy pretencioso intentar plasmar en una simple nota editorial el aporte de la diáspora a la economía nacional y lo que históricamente ha significado para el sustento de miles de familias.
El vínculo del dominicano en el exterior con los suyos que permanecen en el territorio nacional ha trascendido la primera generación, pues personas nacidas en el extranjero hijos de dominicanos han mantenido su identidad dominicana y su solidaridad familiar como lo hicieron sus padres.
En la esfera deportiva vemos con frecuencia cómo hijos de dominicanos se sienten orgullosos de representar a República Dominicana, pudiendo participar en eventos internacionales a nombre de otros países.
Durante los tiempos de las numerosas crisis derivadas de la pandemia del Covid-19 se hizo evidente la solidaridad de la diáspora para con los suyos y fue, junto a la minería, lo que permitió mantener a flote la economía dominicana en medio de un cierre total del mundo.
La parada dominicana en New York se ha convertido en una tradición de la diáspora residente en ese Estado que le presenta al mundo el orgullo por sus raíces y el apego a las tradiciones de ellos y de sus padres.
También es un acto de gratitud ante la sociedad que los acogió y le abrió oportunidades que le resultaban difíciles en tu terruño.
A esa diáspora se le agradece su solidaridad, se le reconoce su sacrificio y se le pide que nos sigan representando con dignidad.